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miércoles, 5 de marzo de 2008

Profunda compasión.


“Los días que Dom Gabriel Sortais, vicario general de la Orden, pasó en Getsemaní, en agosto de 1948, estuve muy atareado, pues tuve que servirle de traductor y secretario: Don Gabriel no hablaba inglés. Por esta razón tuve que salir del monasterio por primera vez en siete años, y acompañé al vicario general en un viaje de caridad a Louisville.
Entramos en la ciudad… y no hacía más que pensar en cómo reaccionaría al enfrentarme de nuevo cara a cara con el perverso mundo. Pero me encontré con él y no me pareció tan malo como creía. Acaso las cosas que me disgustaban al abandonarlo fueran una proyección de mis propios defectos. Ahora, por el contrario, todo me conmueve con un sentido de callada y profunda compasión. Algunas de las personas que vimos por las calles podrán ser duras e inflexibles con la ingenua y primaria brusquedad del Medio Oeste. Pero no me paré a observarlas, porque parecía haber dejado de sentir curiosidad por los meros detalles exteriores y haber descubierto, en cambio, un profundo sentimiento de respeto, amor y piedad por las almas a las que esos detalles nunca se revelan totalmente. Recorrí la ciudad dándome cuenta por primera vez en mi vida de lo buenas que son todas las personas y de lo mucho que valen ante los ojos de Dios”.
El signo de Jonás

4 comentarios:

mj dijo...

Quizás en ese momento de su vida experimentaba una gran apertura y sinceridad con el mismo. Me refiero a la paz y la armonía que todos buscamos. También después de siete años sin salir del monasterio, el mundo le ayudo a experimentar en su corazón el momento presente y unos de los sentimientos que más suelen aflorar son la bondad y la compasión hacia todo.
Es hermosa tu entrada de hoy.
Un abrazo..............

nieves dijo...

....trabajandonos la compasión ( pilar esencial dentro del Budismo )tenemos un importante paso dado dentro del camino espiritual.....
un saludo a todos y a tí Manuel un millón de gracias por los textos

mj dijo...

Sí, Nieves, tienes razón, (el pilar más esencial dentro del Budismo, es la compasión) Pero la mayor prueba de compasión que experimento la humanidad y seguimos haciendolo es la que vivió Jesús desde la Cruz. Murio de la forma en que lo hizo por todos nosotros y el camino que tuvo que recorrer desde Getsemani hasta el Calvario está cargado de un simbolismo tremendo.
Creo que el Cristiano tiene en la compasión de Jesús su principal pilar, aunque el amor (que es el mandamiento por escelencia) también.
Un beso

Inés García, aci dijo...

qué regalo grande es el silencio y la oración, la soledad...para descubrir la bondad de todo lo que nos rodea, me alegra que T.M. lo exprese así después de "7 años" de estar en el monasterio...
Gracias,

Inés

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.