"Para el hombre en Cristo, el ciclo de las estaciones es algo enteramente nuevo. Se ha convertido en un ciclo de salvación. El año no es simplemente un año más, es el año del Señor, un año en que el paso del tiempo mismo no sólo nos trae la natural renovación de la primavera y la fecundidad de un verano terrenal, sino también la fecundidad espiritual e interior de la gracia.
La liturgia hace que el mismo paso del tiempo santifique nuestras vidas, pues cada nueva estación renueva un aspecto del gran Misterio de Cristo vivo y presente en su Iglesia. Cada nueva fiesta nos llama la atención hacia la gran verdad de Su presencia en medio de nosotros. El ciclo litúrgico renueva nuestra redención en Cristo, y nos muestra que aunque estemos captados en una batalla entre carne y espíritu, la victoria ya es nuestra.
Para el creyente que vive en Cristo cada día nuevo renueva su participación en el misterio de Cristo. Cada día es un nuevo amanecer de esa lumen Christi, la luz de Cristo que no conoce poniente. Por eso, cada año litúrgico es un año de salvación, pero también un año de iluminación y de transformación.
La liturgia es la gran escuela de vida cristiana y la fuerza transformadora que vuelve a dar forma a nuestras almas y a nuestros caracteres en la semejanza de Cristo".
Thomas Merton
Tiempos de celebración
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