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sábado, 27 de octubre de 2007

El valor de la obediencia.

“Las dificultades extremas que se encuentran en el camino de quienes buscan la libertad interior y el amor puro les enseñan pronto que no pueden avanzar por sí solos, y el Espíritu de Dios les hace desear el medio más sencillo de vencer su egoísmo y ceguera de juicio, a saber, la obediencia al juicio y la guía de otra persona.
Un espíritu atraído hacia Dios en la contemplación aprenderá pronto el valor de la obediencia: las dificultades y la angustia que tiene que sufrir cada día por el peso de su egoísmo, su torpeza, su incompetencia y orgullo, le harán sentir un vivo deseo de ser guiado, aconsejado y dirigido por otra persona.
Su voluntad se convierte en la fuente de tanta miseria y tanta oscuridad que se dirige a otro hombre, no sólo en busca de luz, sabiduría, consejo, sino porque llega a sentir la pasión de la obediencia por sí misma y de la renuncia a su voluntad y a sus luces personales.
Por tanto, no obedece a su abad o a su director sólo porque las órdenes o el consejo que le dan parecen buenos, provechosos e inteligentes a sus ojos. No obedece simplemente porque piensa que el abad toma decisiones admirables. Todo lo contrario: a veces las decisiones de su superior le parecen menos sabias, pero ya no le preocupa, porque acepta al superior como un mediador entre Dios y él, y reposa sólo en la voluntad de Dios tal como llega hasta él a través de los hombres que han sido puestos sobre él por las circunstancias de su vocación”. (Thomas Merton. Nuevas Semillas de Contemplación).

Este texto de Merton me permite traer al blog un tema difícil, polémico, pero fundamental en la vida espiritual: el tema de la OBEDIENCIA. Creo que hoy valoramos mucho más que antes, gracias a Dios, nuestra propia libertad. Pero creo también que esa libertad no es absoluta, y que para crecer de verdad y acercarnos a Dios es necesario muchas veces renunciar, posponer, aceptar la visión de otro. No hay crecimiento espiritual al margen de la obediencia, que no implica una mera y pasiva subordinación, pues esto sólo infantiliza, sino una aceptación consciente y gozosa de que la voluntad de Dios se expresa también a través de los superiores, y que discernir en cada momento esa voluntad es un aspecto fundamental de nuestra consagración.

2 comentarios:

Catalina de Jesús dijo...

Para mi la obediencia, en mi caso a mi Director ó Acompañante, un sacerdote, es como dice Merton, una de conocer y obedecer la Voluntad de Dios.Es una ayuda muy grande en temas en los que el discernimiento es más dificil.Entonces, cómo dice Santa Teresa, la obediencia te da mucha tranquilidad de estar haciendo lo que Dios quiere.
La Dirección ó el ejercicio de la autoridad es un servicio entre cristianos y cómo tal se debería de vivir.El que dirige, ó el que tiene la autoridad es alguien que sirve a sus hermanos, desde ese encargo recibido de Dios, y por ello debe de hacerlo intentando guiarse en todo por el Espiritu Santo y desde la oración.

Anónimo dijo...

si, la obediencia se afirma en la mediación humana sin dudar, en esto Merton nos ayuda mucho, gracias por escribir sobre este tema.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.