Seguidores

domingo, 4 de noviembre de 2007

Noviembre de lujo.


El mes de noviembre comienza con hermosas y sentidas celebraciones litúrgicas. La Solemnidad de Todos los Santos debería ser una fiesta grande en la Iglesia, y quiero decir con esto que fuera no sólo solemne, sino alegre, gozosa, con amplia participación de todos los que somos discípulos de Cristo. Me gusta mucho esta fiesta, lo reconozco, y trato de celebrarla cada año de modo que se note su valor en el ritmo del año cristiano. Cuando cae día de semana la paso al domingo, y contagio a mi comunidad parroquial de este entusiasmo. Hoy mismo tendremos la Eucaristía en la mañana, y luego en la tarde un encuentro de comunidad, con una primera parte formativa (Doctrina Social de la Iglesia) y una segunda parte festiva: ágape fraterno, compartir entre hermanos. Cada uno pone un plato y siempre habrá quien cante o recite. Insisto mucho en que la fe es alegría y sentido de familia entre todos los que integran la comunidad, tanto como insisto en el valor del conocimiento y la formación de nuestra fe; si ambas cosas pueden ir de la mano, mucho mejor.
El día 2 de noviembre es el día de los Fieles Difuntos: memoria de aquellos que nos han precedido en la fe. Es muy importante tener memoria, tener raíces, saber de dónde venimos, pues este tesoro que llevamos en vasijas de barro nos ha sido legado, trasmitido, por generaciones anteriores. Es bueno reconocerlo y saber dar gracias. Dos sentimientos creo han de primar al orar por nuestros hermanos y hermanas difuntos. Dar gracias y perdonar o pedir perdón. Las raíces y cimientos de nuestra vida y nuestra fe han de estar sanos, tener luz. Es hermoso pensar en esa comunión que nos hace orar unos por otros hasta el fin del mundo.
Pero noviembre es también un mes muy carmelitano, pues además de celebrar a nuestros santos de la Orden y sentir la comunión con nuestros difuntos (14 y 15 de noviembre) celebramos a dos queridos beatos a los que tengo especial devoción: Francisco Palau e Isabel de la Trinidad. Es ciertamente un mes hermoso este noviembre. Hoy día 4 está celebrando su Fiesta Patronal una parroquia a la que serví varios años y que llevo en el corazón: San Carlos, Catedral de Matanzas. Y el día 16 de este mismo mes recibió Thomas Merton su bautismo en la Iglesia Católica.
Otras figuras importantes del mundo cristiano que cumplen aniversarios en este mes y que me gusta evocar para mi propia satisfacción espiritual son :Leon Bloy, Duns Escoto, Sören Kierkegaard, Leon Tolstoi, Dorothy Day y Etty Hillesum. Memoria, activar la memoria y crearse ritos propios para mantener encendida la llama interior, y cumplir lo que llama San Pablo, en la lectura de este domingo, la “Tarea de la fe”. Con estas coordenadas se adentra este blog en el mes de noviembre.

No hay comentarios:

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.