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martes, 15 de septiembre de 2009

Vida contemplativa y libertad.


"A menos que afirmemos a Dios como el que nos llama a la existencia, a la libertad y al amor que es la realización de esa libertad; a menos afirmemos a ese Dios, no afirmamos aquello sin lo cual la vida del hombre carece de significado.
Los monjes deben poder asegurar al mundo moderno que, en la lucha entre pensamiento y existencia, estamos del lado de la existencia, no en el de la abstracción. Pero ¿Podemos afirmarlo sinceramente? No lo se.
 Gran parte de la vida monástica y de la "espiritualidad contemplativa" no es necesariamente abstracta en sentido filosófico, sino que constituye un comportamiento artificial en el cual el pensamiento, encarnado en formas rituales, se opone a los hechos concretos de la existencia. Para convencernos de que llevamos una vida espiritual y contemplativa, ¿no convertimos en un fetiche la sumisión de las realidades de la existencia humana a formas y legalismos rituales?
Los monjes debemos poder asegurar al hombre moderno que Dios está a favor de la libertad. ¡Vaya declaración escandalosa! Pero ¡está en el Nuevo Testamento! ¿Como vamos a afirmar ante el mundo moderno el escándalo del Nuevo Testamento? Es aquí donde nos enfrentamos a la seriedad de nuestra vocación profética como algo distinto de nuestra vocación contemplativa.
 Sin duda alguna, este es el "mensaje" que el hombre debería dar al mundo. ¿Pero hasta que punto pueden expresarlo así los monjes? Al parecer, estamos tan comprometidos a respetar la ley como cualquier otro. ¡Más que otros! Multiplicamos las leyes. Vivimos una existencia altamente mediatizada en la que, en cualquier momento, la regla y el rito pueden sustituir a la experiencia y el encuentro auténticos.
 Nuestro encuentro con Dios debería ser, al mismo tiempo, el descubrimiento de nuestra libertad más profunda. Si nunca Lo encontramos, nuestra libertad nunca se desarrolla totalmente. Tan solo puede desarrollarse en el encuentro existencial entre el cristiano y Dios, o entre el hombre y Dios, ya que no sólo los cristianos encuentran a Dios. Todo hombre en cierto momento de su vida encuentra a Dios, y muchos que no son cristianos han respondido a Dios mejor que los cristianos. Nuestro encuentro con Él, nuestra respuesta a Su Palabra es la búsqueda y el reclamo de nuestra libertad más profunda, de nuestra verdadera identidad".
"Acción y contemplación", 138.
 Thomas Merton.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Nuestro encuentro con Dios debería ser, al mismo tiempo, el descubrimiento de nuestra libertad más profunda".

Es como que Merton ha dicho en este párrafo que la vocación monástica está dada para ser libres para amar a Dios, servirlo, alabarlo y amar al prójimo como a uno mismo, siendo amables, hospitalarios, y que todo lo demás no tiene por qué molestar para el encuentro con Dios.
TM afirma que aunque son importantes la regla, el rito y la ley, conviene vivir alertas y discernir para no dejar que tapen la luz del Evangelio que es la fuente del encuentro con Cristo.

Hermana Inés

San dijo...

Pienso que nos encontrarnos a nosotros mismos cuando descubrimos a Dios en la plenitud de nuestra libertad y sentimos que Dios ha querido ser persona en nosotros, en mi.
Encontrar al Cristo que nos libera para amar, experimentarlo en nuestro amor a los demás y en una nueva visión de todas las realidades que nos rodean, que quedan también liberadas del empobrecimiento al que, muchas veces, las sometemos con ritos, cultos y liturgias rutinarias. No se puede dar ese Encuentro si hay una desconexión entre el mundo vital y el mundo ritual.
La búsqueda de Dios es un deseo profundo de experimentar la libertad definitiva en el Amor. Creo que el cristianismo necesita una nueva espiritualidad que rescate el Evangelio como la Buena Noticia de liberación de los excluidos. Una espiritualidad que surja como experiencia interior del “yo”, pero vivida en comunidad. Con Cristo, nuestro “yo” es siempre como hermano.

Anónimo dijo...

Tremenda esa integridad que reconoce el vacío de muchos patrones y ceremonias...obligaciones dentro de el propio Monasterio. Agradezco esa sinceridad crítica y esa valentia profunda de un HOMBRE que AMA con tal generosidad a DIOS... a pesar de toda forma humana, costumbre, patron y doctrina...
Aprecio su esencia del DIOS UNIVERSAL...amado más allá de toda religion... y vivido y manifestado en todo ser.
Por cierto, he empezado Nuevas semillas de Contermplación... sobran las palabras.

UN ABRAZO, MANUEL.

Carmen
concienciaprimordial.blogspot.com

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.