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viernes, 23 de julio de 2010

AUTENTICIDAD, HUMANISMO.

La renovación monástica debe, ahora más que nunca, aspirar a la autenticidad”. Así escribe TM en uno de los capítulos de “Acción y contemplación”, donde comenta sobre la crisis de identidad de los que acuden al monasterio para ser monjes. Merton habla acerca del hombre de su tiempo, más allá de los límites de la institución monástica, y sus análisis conservan actualidad, y dan luz a la hora de vivir una vida auténtica en cualquier ámbito de la sociedad.
La autenticidad que desea sinceramente y con razón el monje moderno, lo tenga o no totalmente consciente, es antes que nada una fidelidad a su propia verdad y a su propio ser interior en cuanto persona. Lo primero de todo (algo que era mucho menos precario en tiempos pasados) es la auténtica afirmación de su propia identidad. Sin este punto de partida se perderá todo lo demás.
Mas una vida monástica que tienda sistemáticamente a negar y frustrar al monje en esta búsqueda de su propia autenticidad interior antes que nada, amenazará necesariamente la autenticidad de su vocación. No le dejará más que una alternativa: o bien someterse, sacrificar su integridad y su fidelidad a esta exigencia primerísima de su conciencia y vivir como un zombi, o bien dejar el monasterio. Tan sólo los maduros serán capaces de adaptarse al monasterio a pesar de todo y vivir como verdaderos monjes aunque el espíritu de la comunidad pueda ser hasta cierto punto inauténtico”.

Aquí aflora el humanismo mertoniano, que creo yo es fruto de su experiencia precristiana y de su amplia cultura, que dieron a su búsqueda cristiana y monástica una dimensión peculiar. Merton afirma: “No debemos tolerar en ningún caso la supervivencia de una espiritualidad que, ya sea explícita o implícitamente, parezca requerir el sacrificio de la autenticidad y la integridad personales. Esto equivaldría al sacrificio de la verdad, sería como vivir una mentira”.

“Debemos tener mucho cuidado de no tolerar ninguna ambigüedad en este campo, por ejemplo, aprobando conceptos de humildad y obediencia que parezcan decir que la abdicación completa de nuestra autonomía y dignidad personales es un valor fundamental del ascetismo monástico. No debemos predicar una obediencia que sea un sometimiento meramente pasivo, una humildad que sea una gozosa aceptación de la abyección despersonalizada, una espiritualidad que glorifique, como abnegación, la abdicación total de todo valor y toda identidad humanos. Esto debe verse como lo que es: un rebajamiento del hombre que no da ninguna gloria a Dios, sino que constituye una teología barata y un falso sobrenaturalismo que ponen en grave peligro la fe de quienes se dejan atrapar por ellos durante un tiempo, solo para abandonarlos más tarde, disgustados y desilusionados”.

3 comentarios:

Manuel dijo...

Una afirmación para ponerla en cada lugar donde se intente vivir el camino cristiano: EL REBAJAMIENTO DEL HOMBRE NO DA NINGUNA GLORIA A DIOS.
Y debajo, un AMEN bien grande.

San dijo...

Genial, Manuel. Qué manera tiene Merton de poner los puntos sobre las íes, con convicción y trazo firme, auténtica sabiduría. Y qué bueno también, yo diría que en el más puro estilo mertoniano, tu comentario. Suscribo: AMÉN.

Inés García, aci dijo...

La obediencia y humildad de Jesús, o de algunos santos, son virtudes para la libertad, y la mayor gloria de Dios, y a esto tendemos si nos hace libres y felices.
Ahora bien, si cada uno de nosotros elige vivir como Jesús vivió va a tener que aprender a discernir bien, a buscar una manera de no dejarse nunca llevar por esa falsa humidad, y obediencia que es solo sometimiento. Los Ejercicios Espirituales de san Ignacio ayudan a discernir en este sentido si vamos bien en el camino que hemos emprendido, si tenemos libertad interior para plantear las cosas como son para ser auténticos, o nos estamos desviando por debilidad, falta de oración o dirección espiritual, u otras mil razones, porque la vida de vez en cuando se vuelve un poco más complicada.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.