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martes, 15 de noviembre de 2011

EL DESIERTO REAL

“El desierto real es este:
hacer frente a las limitaciones reales de la propia existencia y conocimiento y
no tratar de manipularlas o rechazarlas con repugnancia. No embellecerlas con
posibilidades. No pretender otras posibilidades más que aquellas que son
realmente posibles en el momento concreto, aquí y ahora. Y, entonces, elegir o
rechazar, según uno quiera, sabiendo que esa elección no es una solución para
algo, sino meramente un paso más hacia un contexto ligeramente modificado de
otras posibilidades, muy pocas, verdaderamente limitadas, muy insignificantes y
muy concretas. Darse cuenta de que toda la vida de uno, de cada uno, es
precisamente esto. Cuando se vive en sociedad las posibilidades parecen
ilimitadas. Uno está en contacto con otras gentes, con otras libertades, otras
elecciones; y quién sabe lo que todos los demás pueden elegir en un momento
determinado... Todo son posibilidades... Pero cuando se está en soledad, y
cuando se ven y se aceptan las limitaciones reales, entonces esas limitaciones se
desvanecen, y se abren nuevas posibilidades ante uno. El presente está ahí,
contundente, ilimitado. El único modo de aferrarlo en toda su extensión es
despejar las limitaciones que nosotros colocamos en él mediante futuras
expectativas, esperanzas y planes, o conjeturas, o lamentos sobre el pasado, o
intentos de explicaciones de algo que hemos vivido y con lo que deseamos
seguir viviendo. ¿Vivir con ello? Vivir con algo que hemos experimentado en el
pasado es poner limitaciones al presente. Así y todo, el pasado entra en nuestro
presente: es la limitación contra la que debemos hacer valer nuestra
desventaja”.

(THOMAS MERTON, Learning to Love. Exploring solitude and freedom, Journals (VI (1966-67), editado por Christine M. Bochen, HarperSan Francisco, 1997, XXIV+367 págs. más 9 de índices, pág. 309-311.
La versión española de esta parte de los Diarios (traducción The Intimate Merton: His Life from His
Journals, traducido al español: Vol. I DIARIOS (1960-1968): La vida íntima de un gran maestro
espiritual, Patrick Hart and Jonathan Montaldo (eds); Isidro Arias (trad.); Vol. II DIARIOS (1960-1968),
Ed. Oniro, Barcelona 2000 y 2001, cf. Vol II, pág. 189).

1 comentario:

San dijo...

Creo que no hay desierto que resista a una búsqueda real. Porque la auténtica búsqueda es ya semilla productiva, germen de tierra fértil. Y, como me sucede en bastantes ocasiones, el texto de Merton me lleva a un poema, esta vez el titulado “Busca en todas las cosas”, de E. González. Tantas situaciones, tantas circunstancias, tantas emociones, tantas ideas y concepciones de la realidad dependen de la visión con la que las enfoquemos y de la percepción y la interpretación con las que las asumamos y leamos… Pienso que las únicas limitaciones que debemos superar, son las que nos restan vida auténtica, es decir las que dificultan nuestra humanidad, para ser felices nosotros y poder hacer felices también así a los demás.
Busca en todas las cosas un alma y un sentido
oculto; no te ciñas a la apariencia vana;
husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,
escudriñante el ojo y aguzado el oído.

No seas como el necio, que al mirar la virgínea
imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,
queda sordo a la entraña de la piedra, que entona
en recóndito ritmo la canción de la línea.

Ama todo lo grácil de la vida, la calma
de la flor que se mece, el color, el paisaje.
Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje…
¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma!

Hay en todos los seres una blanda sonrisa,
un dolor inefable o un misterio sombrío.
¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío?
¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa?

Atan hebras sutiles a las cosas distantes;
al acento lejano corresponde otro acento.
¿Sabes tú dónde lleva los suspiros el viento?
¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes?

No desdeñes al pájaro de argentina garganta
que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.
Es un alma que canta y es un alma que llora…
¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!

Busca en todas las cosas el oculto sentido;
lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje;
cuando sientas el alma colosal del paisaje
y los ayes lanzados por el árbol herido…

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.