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viernes, 27 de abril de 2012

LENGUAJE SIMBÓLICO

“Cuando leemos en el Nuevo testamento que la fe “mueve montañas”, no debemos interpretar el lenguaje simbólico en un sentido exclusivamente literal, como si quisiera decir que la oración es un medio mágico de llevar a cabo cosas físicamente difíciles o imposibles de realizar. Ese es el tipo de absurdo que los ateos sugieren después de haber allanado una colina con una máquina excavadora o después de que un astronauta soviético haya regresado a la tierra sin haber visto ningún ángel. La fe, en efecto, tiene que ver con imposibilidades, pero en modo alguno pretende suplir a la mera fuerza física, a la medicina, al estudio o a la investigación humana. Cuando Cristo decía a sus oyentes que debían tener fe, no pretendían que se limitasen a usarla para modificar el paisaje. Quería hacerles ver que su fe debía ser tal que no se dejara amilanar por ninguna clase de obstáculos ni de imposibilidades aparentes. La lección se refería a las cualidades de la fe, no a la naturaleza de la tarea que había de realizarse. La tarea no importaba, porque todo lo que fuese necesario para la salvación iba a concederlo Dios como respuesta a nuestras oraciones. El significado central de la enseñanza del Nuevo Testamento sobre la oración, por tanto, es que el Reino de los cielos está abierto a quienes, en la oración, pidan acceder a él. Esta ayuda sobrenatural jamás le será negada a nadie que la necesite y la busque en el nombre de Cristo. La fe le será concedida a quienes sepan pedirla. La luz de la verdad divina no se le niega nunca a los humildes. Pero la oración debe ser perseverante e insistente”. (Thomas Merton)

1 comentario:

Texto de José Arregi dijo...

En torno a la fe, que se cita en la entrada, y sin crispaciones, dejo este interesante texto de Arregui.
La fe, ¿qué fe?
Qué es la fe sino ese consuelo que te permite pisar la tierra, como suelo sagrado, y dar un paso hacia tu hermano?. Hablo de fe, no de creencias. Hablo de fe, no de religiones.
Cuando digo “fe”, digo esa llamita que chispea sin cesar en todos los corazones, también en el tuyo, aunque a veces la sientas apagada. Es el mismo fuego que arde en el corazón de la Tierra y de las estrellas, de los átomos y de las galaxias. Es la llama de la Vida. Y la llama de la Vida es el Corazón del Universo, y late en cada una de tus células y neuronas.
Eso es la fe, y no tiene que ver con religiones ni creencias, sino con el latido libre y universal de la Vida. Esa fue la fe de Jesús, más allá de sus creencias. A esa Vida poderosa y tierna llamaba él “Dios” y la invocaba tiernamente como abbá. Por esa Vida se sentía feliz y libre, y por su causa arriesgó la vida.
El cristianismo -católico en nuestro caso- como sistema de creencias, ritos y normas morales, como organización jerárquica, como estructura de poder, como entramado de complejos y a veces turbios intereses… eso es otra historia. No es lo de Jesús.
Cuando 70 obispos españoles se reúnen en Asamblea Plenaria, eso es el sistema que necesita funcionar, y no digo que esté mal: depende de que para qué quieren que siga funcionando el sistema.
Cuando el presidente de la Conferencia Episcopal española, el cardenal Rouco, ante la dramática situación de la crisis y del paro creciente, y ante las medidas del Gobierno que empobrecen más a los más pobres, se limita a apelar vagamente a la fe y a la caridad, me digo que eso no es la fe que animaba al corazón de Jesús.
Cuando el Gobierno de Rajoy acaba de aprobar un decreto que niega a los inmigrantes en situación irregular el derecho a ser atendidos por un médico o un hospital, y Mons. Rouco no ha alzado la voz ni ha exigido a toda la Asamblea que se ponga en pie y grite NO contra este decreto en nombre de Jesús y del Evangelio, entonces me digo que ellos están en otra cosa: que el Evangelio de Jesús no les interesa, que a ellos les importan las creencias y el mantenimiento del sistema, pero no los dolores de la pobre gente, no la llamita del corazón, no la Vida.
Cuando Mons. Rouco ha repetido por enésima vez la obsesiva y errónea consigna del papa actual: “sin fe no puede haber verdadera caridad”, identifica la fe con creencias, y así profesa una gran mentira. Basta abrir el Evangelio y leer la parábola del buen samaritano o del buen increyente. Basta mirar la historia: ¿Qué guerra, tortura, explotación y dictadura no ha sido legitimada por la jerarquía católica con todas sus creencias?. Hace justo 75 años, Gernika fue bombardeada por un caudillo católico, que contaba con el beneplácito y la bendición de todos los obispos españoles (solo uno, Mateo Múgica, alzó la voz y fue desterrado).
Seas o no creyente, cuida la fe: esa llama profunda y secreta, pues de ella depende el brillo de tu sonrisa y el futuro de la Tierra. Cuida el corazón de tu vida, el corazón de la Vida. No dejes de palpitar y de sentir. No dejes de respirar, de sentirte libre y de tender la mano a la Vida que, muy cerca de ti, reclama cuidado.
¿Y las creencias?. Están bien si te hacen más bueno y feliz. Están bien, si no te aferras demasiado a ellas. Si te aferras demasiado a ellas, acabarán impidiéndote ser más bueno y feliz

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.