Seguidores

viernes, 19 de julio de 2013

THOMAS MERTON: ASPECTOS BIOGRÁFICOS.

"Thomas Merton, dotado por la naturaleza y la herencia de una fina sensibilidad espiritual, artística y literaria, ingresa en una orden que, por aquel entonces, vive en el provincianismo restringido de una vida observante de las tradiciones "trapenses" allá por el
año 1941, y en medio de unos acontecimientos mundiales que harán cambiar el curso de la historia moderna.
 En 1946 publica La montana de los siete círculos, la obra que le daría a conocer universalmente y que abre a la sociedad americana las puertas de una abadía trapense y a los monjes y monjas no americanos les hace ver un modo de narrar el itinerario monástico y espiritual de una vocación cisterciense, y la vida íntima de un monasterio, desde unas perspectivas totalmente nuevas en la narrativa espiritual y monástica al uso. Merton habla en este libro  como él es, y manifiesta abiertamente su modo de ver las cosas. Quienes no sean monjes y no conozcan cómo se vivía en aquellos años en una trapa (daba lo mismo que esta estuviera en Francia, Estados Unidos o España, la vida era idéntica) encontrarán dificultades para comprender el alcance de esta obra y su repercusión en los ambientes monásticos.
 Merton aparece ya con un profundo sentido crítico de la realidad que le rodea. Pero nuestro autor, debido a sus capacidades intelectuales y al dominio del latín y del francés, puede leer, de los años 41 a la publicación de su obra emblemática,  algo que los monjes trapenses leían poco, especialmente en los EE. UU.: los textos fundamentales de la tradición cisterciense. De ahí es de donde parte y se fundamenta la personalidad monástica de Merton; y de la asimilación del carisma cisterciense es de donde se nutrirá su enseñanza posterior a los novicios y jóvenes profesos de la abadía de Gethsemaní. De las profundas horas de lectura de los autores cisterciences medievales brotarán sus libros sobre la contemplación y sobre la espiritualidad y virtudes de la vida cisterciense".

(Prólogo de Francisco R. de Pascual, al libro de
Francisco Beltrán Llavador
"La contemplación en la acción")
San Pablo, 1996.

No hay comentarios:

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.