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lunes, 10 de febrero de 2014

HUMANISMO CRISTIANO EN THOMAS MERTON

El mundo fue creado por Dios y es bueno, y a menos que ese mundo sea nuestra madre, nosotros no podemos ser santos, porque no podemos ser santos si no empezamos siendo por encima de todo humanos”.

 Me gustaría volver sobre la extraordinaria simpatía de Thomas Merton por la familia humana, ese humanismo del que he hablado muchas veces en este blog y en otros espacios, porque es lo que siempre cautivó mi atención y lo que considero su mayor mérito. En uno de sus diarios recoge un acontecimiento espiritual que sus biógrafos han llamado” la epifanía de Louisville”, ciudad cercana al monasterio donde Merton vivía. Quiero citar textualmente: 



Ayer, en Louisville, en la esquina de las calles Cuarta y Walnut, comprendí de pronto que yo amaba a todo el mundo y que nadie me era o podía ser totalmente extraño. Fue como si despertase de un sueño: el sueño de mi distanciamiento, de la vocación “especial” a ser diferente. Realmente mi vocación no me hace diferente al resto de los hombres ni me coloca en una categoría especial si no es de manera artificial, jurídicamente. Yo sigo siendo un miembro de la raza humana, y ningún otro destino es más glorioso para el hombre, si tenemos en cuenta que la Palabra se hizo carne, convirtiéndose también en miembro de la Raza Humana. 
¡Gracias a Dios¡ ¡gracias a Dios¡ Yo soy un miembro más de la raza humana, como el resto de los seres humanos.¡Tengo la inmensa satisfacción de ser un hombre¡ ¡Como si los sinsabores de nuestra condición pudieran importar realmente cuando se ha tomado conciencia de quiénes y qué cosa somos, como si nosotros pudiéramos alguna vez empezar a comprender esto en la tierra”. (Diarios I) 

Más adelante añadirá: “El querido “género” de los pecadores unidos y abrazados dentro de un solo corazón, una sola bondad, que es el Corazón y la Bondad de Cristo”. Todo lo demás en la vida y la obra escrita de Thomas Merton llevan este fundamento, esta honda experiencia espiritual que fuera creciendo dentro de él. Tan es así que ya en las páginas de su primer diario publicado afirmará: “Yo vine al monasterio para descubrir el lugar que me corresponde en el mundo, y si no consigo dar con ese puesto mío en el mundo estaré perdiendo el tiempo aquí”. 

Este humanismo es el que comprende el ecumenismo como un camino hacia la plena comunión con todos los hombres; así, entiende que, “ser autenticamente católico implica ser capaz de sentir desde dentro los problemas y las alegrías de todo el mundo y ser todas las cosas para todos los hombres”. Su propósito, su meta, es por tanto “ver y abrazar a Dios en el mundo entero”; es decir, abarcar los extremos: 

Si soy capaz de unir en mí mismo, en mi propia vida espiritual, el pensamiento de oriente y de occidente… crearé en mí mismo una reunificación de la iglesia dividida y, de esa unidad en mi mismo, podrá derivarse la unidad externa y visible de la iglesia… hemos de dar cabida a ambos en nosotros mismos y trascenderlos a ambos en Cristo”. 

Y luego, más adelante insiste en lo mismo al afirmar: “Ser capaz –en la medida de lo posible- de extender los brazos y abarcar todos los extremos y contenerlos en uno mismo sin confusión: sin eclecticismo, sin falso misticismo, sin experimentar divisiones interiores”.


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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.