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jueves, 1 de febrero de 2018

LEYENDO A THOMAS MERTON...

En los diarios de Merton (17 de noviembre de 1941), mientras se debate discerniendo sobre su vocación y su futuro (Colegio de Buenaventura, Harlem, los franciscanos y los trapenses; escribir, abrazar la pobreza), comenta sobre la importancia de estar o no en un lugar determinado para crecer espiritualmente. Varias ideas:


1. A menudo no existe razón alguna para preferir un lugar antes que otro. Metafísicamente, importa poco en qué ciudad te haya tocado vivir. Sea cual sea, en ella puedes trabajar por tu salvación y encontrar la paz, si tal es tu deseo, porque para la paz que necesitamos hemos de mirar dentro de nosotros mismos.


2. Sin embargo, psicológicamente hay grandes diferencias entre unos lugares y otros. Los límites que tales diferencias imponen a tu propia espiritualidad son a menudo muy significativos.


3. Tal vez algunos lugares tengan un determinado valor: te permiten buscar y encontrar determinadas cosas en tu propia alma. Cuando las has encontrada, empiezas a saber que el lugar te ha ayudado: que el lugar sea agradable y hermoso no significa demasiado. Solo tiene un valor ulterior: el valor de un sacrificio. 


4. La única cosa buena que se puede hacer con el lugar, el tipo de vida, es abandonarlo. Vence la tentación de conservar lo que has logrado como si fuese propiedad tuya y de aferrarte a ello por inercia. 


De las ideas anteriores tengo la impresión de que Merton, que vive su etapa de converso con mucho entusiasmo, participa todavía de una formula muy común en la espiritualidad tradicional, y que poco a poco irá rechazando: cuanto más difícil resulta una cosa, más agrada a Dios. Por eso escribe días antes:

Seguir suplicando que yo esté dispuesto a poner mi espíritu totalmente en Sus manos, lo que significa hacer, al mismo tiempo, lo que es mejor y más duro, más santo y menos ventajoso, más compasivo y menos encantador. Hacer todas esas cosas en las cuales yo soy el último y el más pequeño. Someter mi voluntad…” (Diario I, página 68). 


Otra idea en la que me detengo tiene que ver con la diferencia entre paz e inercia: “La inercia no se identifica nunca con la paz: paz es un tipo de orden o armonía activa. Es algo vital, no inerte” (Diarios I, página 70). Me gustaría seguir encontrando otras ideas suyas acerca de la paz.


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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.