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martes, 29 de enero de 2019

NATALICIO DE THOMAS MERTON

Este 31 de enero celebramos una vez más el natalicio de TM; comparto este resumen biográfico como recordatorio de esta fecha y acción de gracias...

Thomas Merton vivió entre 1915 y 1968, una época compleja y convulsa, época de guerras y de cambios, de transformaciones sociales, que marcaron inevitablemente sus propios desafíos personales. Durante ese período tuvieron lugar dos grandes Guerras Mundiales, la humanidad padeció el ascenso al poder de los totalitarismos, y también el período de la llamada “guerra fría” y la amenaza nuclear[1]. Merton es el típico hombre del siglo XX, que conoció tiempos de gran dinamismo, social y eclesial, y que afrontó desde su condición humana, “itinerante y vulnerable”; tal vez por ello su testimonio alcanzó un eco inusitado en un momento de desconcierto y crisis, al combinar tradición y novedad y proponiendo un camino antiguo desde perspectivas nuevas. De sus casi 54 años de vida, vivió 27 como monje trapense, en una abadía norteamericana, en el estado de Kentucky, pero siempre, aun en los años de mayor “ilusión” monástica, se sintió parte de su tiempo y de su mundo. 

Sus primeros 16 años de vida fueron el sustrato donde arraigó la fuerza dinámica de su proceso de conversión, que transcurrió en los momentos álgidos de un conflicto bélico que marcaría definitivamente al mundo, y que desembocaría, primero en su bautismo católico, en 1938, y luego, en su entrada en Getsemaní, en 1941. Describió sus primeros años como monje como un viaje en el vientre de una paradoja, pues fueron años de luchas interiores, de purificación espiritual, y de recomposición de una imagen idealizada de su proyecto como consagrado y contemplativo. La publicación de su autobiografía le hizo muy conocido, y le convirtió en el representante de la vida monástica más conocido de su tiempo, y sus libros se leían en los refectorios de muchos conventos y monasterios, y por el público en general; mientras, él luchaba por conciliar su labor de escritor con su ideal contemplativo. Estudió con tenacidad acerca de la tradición monástica y espiritual católica, y ejerció como maestro en su monasterio. 

Poco a poco se fue abriendo a una comprensión más amplia de su lugar, como monje, en el mundo contemporáneo, y una experiencia que tuvo en el centro de Louisville, ciudad cercana al monasterio donde acudía para exámenes médicos, le hizo renovar decididamente su compromiso con su entorno social. Así, la voz del monje contemplativo adquirió tonos proféticos al denunciar la ambigüedad de los cristianos frente a la guerra, el armamentismo, el racismo o la amenaza nuclear. Padeció la censura de sus superiores, las tensiones inevitables consigo mismo y con los que le pedían asumir determinada postura, e inclusive se vio implicado en una extraña relación afectiva con una joven enfermera que le cuidó mientras convalecía de una intervención quirúrgica. Pero su vocación salió incólume de cada prueba, porque siempre tuvo claro cuál era la voluntad de Dios para él, y que esta se manifestaba indudablemente a través de sus superiores. Abierto al mundo oriental, e intentando ayudar en el acercamiento de tradiciones contemplativas en Oriente y Occidente, viajó por Asia antes de asistir a un Congreso de Abades benedictinos; estando allí le llega la muerte, un 10 de diciembre, aniversario de su llegada al monasterio, a causa al parecer de un choque eléctrico. Pero la vida del monje continuó en sus escritos, y en el testimonio vivo de una obra que cada vez encuentra mayor acogida, dentro y fuera de la Iglesia. 




[1] R. Cao Martínez, Thomas Merton, Salamanca, SINERGIA, 2008, 13. Es la más reciente biografía de TM publicada en español.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.