Una vez vi una entrevista con Catherine de Hueck Doherty, baronesa rusa, fundadora del Apostolado Madonna House. Tenía más de 80 años de edad y, reflexionando sobre las luchas de su camino espiritual, comentaba:
“Es como si habitaran tres personas distintas dentro de mí. Una a la que llamo “la baronesa”. La baronesa es espiritual, entregada a la ascesis y la oración. Es la que fundó la comunidad religiosa; la que escribió libros espirituales y quien trata de entregar su vida a los pobres. Pero dentro de mí también hay otra persona a quien yo llamo Catherine. A Catherine le gusta la ociosidad, largos baños, ropa fina, maquillarse, buen vino y, cuando estuvo casada, disfrutó de una sana vida sexual. No quiere renuncias ni pobreza. No es religiosa, como la baronesa. De hecho, odia a la baronesa y tiene una relación tensa con ella. Por último, dentro de mí hay alguien más, una niña. Una niña recostada sobre una ladera en Finlandia, mirando las nubes y soñando despierta. Y, a medida que envejezco, me siento cada vez más como la baronesa; anhelo más a Catherine; pero creo que tal vez la niña que sueña despierta, recostada en una colina de Finlandia, podría ser mi verdadero yo”.
Estas palabras provienen de un gigante espiritual. Alguien que logró tanto la integridad como la santidad, después de una larga búsqueda y de una lucha difícil. Al igual que Catherine Doherty, todos albergamos diferentes personas dentro de nosotros. “Totalidad” significa hacer, de alguna manera, un todo armónico con esas personas.
R. Rollheiser
No hay comentarios:
Publicar un comentario