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miércoles, 17 de febrero de 2021

DOS RELIGIONES

 

Existen dos religiones, una verdadera y otra falsa, entre las cuales no tenemos más remedio que escoger. 

 La falsa, la pagana, es la religión de lo que nosotros hacemos por Dios, de esas cosas desagradables, tristes y raquíticas que nos imponemos por Dios. Se trata de una religión pobre, raquítica y antipática; nadie tiene ganas de imponerse más penitencia, porque nadie quiere dar un paso más en esa religión. Esa religión termina dándonos frente a Dios una mentalidad de bienhechor rencoroso; cuando miramos nuestro pasado, decimos: ¡Cuántas cosas he hecho yo por Dios! ¡Cuántas cosas le he sacrificado! Pero él, ¿qué es lo que ha hecho por mí?

La otra religión, la verdadera, es la de las cosas que Dios ha hecho por nosotros, la de las cosas grandes y maravillosas que él ha hecho en la pobreza, en la pequeñez de sus siervos. En esta religión nunca se siente uno saciado, siempre está uno encontrando maravillas, siempre está uno deseando descubrir más todavía. Es la religión del Magníficat, de los salmos que cantan las maravillas de Dios, es la religión del Credo que no dice ni una sola palabra de nosotros, pero que canta todas las iniciativas, todos los inventos, todas las grandes y maravillosas empresas de Dios para testimoniarnos su amor, para persuadirnos de que él nos ama de verdad.

La penitencia no es un simple replegarse sobre sí mismo, un confesar y reconocer las faltas... La penitencia es volver hacia el verdadero Dios, encontrarlo, conocerlo, pasmarse de su cariño, venir a sus brazos y alegrarse de su perdón.

La diferencia entre ambas concepciones se refleja en la diferencia entre Pedro y Judas. Judas reconoció su falta, fue a confesarse, les dijo a los sacerdotes: he pecado, he derramado sangre inocente. Pero se contentó con esto, no fue más allá; quedó tan abrumado por su pecado, que se hundió del todo.

Pedro, en cambio, miró a Jesús. La mirada de Pedro se dirigió a Jesús y se encontró con su divina mirada: vio a su Dios humillado, cariñoso, amante, llamándolo y esperándolo; y entonces él también se llenó de ternura, de amor, de dolor y de gozo, de una inmensa esperanza, de un verdadero arrepentimiento. ¡Y desde entonces ya no pensó más en sus  faltas, echó totalmente fuera su pecado y encontró a aquel que es infinitamente mejor que el pecado y que la desesperación!

Nosotros somos cristianos, si hemos encontrado alguna vez a ese Dios, a esa divina mirada. Somos cristianos si creemos y si, después de tantos años de camino, sabemos que Dios nos ama.   

Somos cristianos porque tenemos esa persuasión extraña, singular e inaudita, de que Dios nos ama, de que Dios ama a todos, de que se goza con nuestras vidas y en nuestros corazones, de que es sensible a nuestra atención y vulnerable a nuestra negativa.

En el cielo no se nos preguntará más que una cosa:¿has creído tú en el amor que Dios te tenía? Y los santos contestarán con San Juan: Nosotros hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en él. 

Louis Evely

La cosa empezó en Galilea.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.