"Manso es quien ha llorado tanto que ha limpiado sus ojos y, finalmente ve la realidad. Manso es quien, en virtud de esa purificación e iluminación, permite que la realidad sea lo que es. Manso es quien no impone su criterio, pretendiendo que todo se ajuste a lo que, según él, deberían ser las cosas. Manso es quien ha entendido la no-violencia, la no-resistencia, quien fluye con el agua de la vida, dejándose conducir allá donde la corriente le lleve.
No se trata de sumisión o cobardía, sino de saber que la realidad pone todo en su sitio antes o después. De saber que la lucha genera más lucha. El poder de la mansedumbre consiste en recibir la vida así como viene, para luego, tras haberla trabajado por dentro y haberse dejado trabajar por ella, devolverla al mundo.
Lo que se promete a los mansos es que heredarán la tierra. No puede ser de otro modo, puesto que sólo ellos la acogen tal cual es. Cuando veas de verdad, te darás cuenta de que tú eres eso que estás viendo. Esto es a lo que apunta la mansedumbre, que hoy preferimos designar con el término aceptación".
Pablo d´Ors, Biografía de la luz.
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