"Si realmente está en ese camino que lleva al CAMINO, la mínima pausa o desviación avivará las advertencias del maestro. Y por supuesto, también sus palabras de aliento cuando verdaderamente estamos en la forma justa. Él nos invita a continuar cuando en el CAMINO aparece un nuevo camino y dudamos si emprenderlo o no, en ocasiones porque nos asusta el salto a lo desconocido. Y cuando nuestra forma de estar es realmente justa, nosotros lo sentimos con una paz, con un silencio vivo y luminoso, con una profunda armonía interior que está por encima de todo movimiento síquico y también del silencio y del tumulto del mundo. Al igual que a veces en una meditación profunda, un molesto ruido externo se transforma en rumor de fondo dando paso a un maravilloso silencio interior, totalmente ajeno al ruido o a la ausencia de ruido, a un estado situado más allá del silencio y del ruido.
Haber despertado verdaderamente al CAMINO es signo de un alto y raro grado de evolución humana. Nuestros contemporáneos, para quienes la actitud justa se reduce a la trinidad "capacidad de andar el propio camino, eficacia y comportamiento normal", están muy lejos de este estadio. Entre ellos, los más sutiles no se sienten ya muy a gusto. Incluso más, sufren el peso que asfixia lo esencia de sí mismos. Se trata, pues, de adelantar ese despertar de la conciencia que expresa la totalidad y profundidad de lo esencial del hombre. No es suficiente el probar intelectualmente las ideas y exigencias superiores en cuanto a la total realización humana, en el sentido del homo maximus. Hay que sentir físicamente esas ideas y exigencias, ser capaces de discernir la transparencia que se busca, o su carencia, en la actitud corporal, forma de estar, respiración, en la asociación y en la alternancia de tensión y distensión. Hasta en los hechos más banales de lo cotidiano y en las más concretas situaciones profesionales, el esfuerzo iniciático debe justamente llegar a aquellos ámbitos que "al hombre espiritual" le parecen tan alejados y tan poco interesantes como posibles, por ejemplo, las labores cotidianas, y los más modestos campos del deporte y de los ejercicios corporales.
En el hombre que ha despertado al CAMINO, cada instante lo vive bajo la mirada del maestro interior. Creer en el mirar de Dios que lo ve todo se ha convertido para él en un hecho de experiencia. "Cada situación, dice un axioma oriental, es la mejor ocasión para progresar en el CAMINO". Sin embargo, según el propio carácter, grado de evolución y biografía personal, en cada uno de nosotros hay campos que son particularmente sensibles a la voz del maestro, y otros que, por el contrario, nos hacen relativamente sordos al SER. Y todo ser humano que ha despertado al camino iniciático percibe la voz del maestro en el encuentro con su propio cuerpo, en la búsqueda del centro y en el encuentro con la muerte".
Karlfried G. Dürckheim
"El maestro interior"
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