"Un día una mujer me preguntó: ¿cómo se ha de orar? A mi vez, yo la interpelé: ¿puede usted ponerse de rodillas? Esta pregunta tocó en ella alguna fibra sensible y me repuso un tanto irritada: ¿qué quiere decirme con eso?. Es muy simple -respondí- para orar, arodíllese ante su cama y abandónese. Visiblemente sobresaltada, se levantó y salió sin siquiera despedirse.
Al día siguiente vino a verme y me contó que cuando se marchó, después de haber recibido una especie de choque destructor, echó a correr y correr, cada vez más deprisa. Que al llegar al hotel subió la escalera de dos en dos y que al entrar en su habitación echó el cerrojo y se arodilló. "En ese mismo instante -me contaba- un algo se apoderó de mí".
No sabía "lo" que le había sucedido ni como "aquello" le había llegado, pero lo que estaba muy claro es que en aquella postura ella se había sentido como totalmente abandonada, liberada, cobijada. Sí, aquella mujer ahora comprendía. Ese es el poder del gesto puro".
Karlfried Graf Dürckheim
Práctica del camino interior
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