"El amor del que hablamos, el que buscamos, cuya voz resuena en la parte más recóndita de nuestro ser, no es un un objeto que puede ser adquirido, una recompensa a nuestros logros, ni un adorno para nuestro espíritu. No es algo que está allí afuera llamándonos y ni siquiera algo aquí adentro que responde. No es una cosa. Es una persona, una realidad que debemos recibir en nuestras vidas, abrazarla y convertirnos en ella.
Recibir el Amor en nuestras vidas es convertirnos en uno con el Amor, es decir, convertirnos en uno con Dios y en Dios ejercitar la unidad del Amor.
Cuando nos hacemos uno con el Amor, amamos como Dios ama, todo lo que Dios ama, a todos aquellos a quienes Dios ama. Amamos a quienes amamos con el mismo Amor con el que Dios ama.
No hay otro Amor, ni grados de amor. Sólo hay un Amor en el que nos hemos convertido, que se ha convertido en nosotros".
John Kirvan, Anhelo de Dios
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