"No, la contemplación sola no construye un nuevo mundo. La contemplación sola no da de comer al hambriento, no viste al desnudo, no educa al ignorante, ni devuelve al desdichado pecador a la paz, la verdad y la unión con su Dios.
Pero sin contemplación no tenemos la perspectiva para ver lo que hacemos en nuestro apostolado. Sin contemplación no podemos comprender el íntimo significado del mundo en el cual tenemos que actuar. Sin contemplación, permanecemos pequeños, limitados, divididos, parciales: nos aferramos a lo insuficiente, permanecemos unidos a nuestro limitado grupo y a sus intereses, perdemos de vista la justicia y la caridad universales, nos dejamos llevar por las pasiones de facción y, finalmente, traicionamos a Cristo.
Sí, sin contemplación, sin la íntima, silenciosa, secreta búsqueda de la verdad mediante el amor, nuestra acción se pierde en el mundo y se hace peligrosa. Más aún, si nuestra contemplación es fanática y falsa, nuestra acción será tanto más peligrosa. No, debemos perdernos con el fin de ganar el mundo, debemos sumirnos en las profundidades de nuestra humildad con el fin de hallar a Cristo en todas partes y amarle en todas las criaturas: de lo contrario, le traicionaremos, al no verle en aquellos a quienes dañamos inconscientemente mientras le rezamos en nuestra «inocencia»".
Thomas Merton
La voz secreta
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