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martes, 13 de agosto de 2024

LA SACRAMENTALIDAD COMO DESPOJAMIENTO

“Como Jesucristo permaneció desconocido entre los hombres, del mismo modo su verdad permanece, entre las opiniones comunes, sin diferencia exterior. Así queda la Eucaristía entre el pan común” (Blas Pasca)..

"La cita de Pascal sugiere que existe una relación entre el despojamiento de la verdad y el despojamiento propio de la presencia sacramental. La falta de un resplandor llamativo de la verdad concuerda con la presencia invisible del Ungido en la eucaristía, el sacramento prototípico. 

La analogía entre la eucaristía y la verdad se merece una mayor elaboración. En primer lugar hay que indicar según los testimonios bíblicos, que los discípulos con los que Jesús celebró su última cena formaban una comunidad desunida, en conflicto y confusa. Un punto de vista sacramental sobre la verdad sugiere por eso que encontrar la verdad creyente supone una verdadera unión con la ruptura, los conflictos y la confusión de las personas de hoy. La Iglesia no está ni por encima ni fuera de la historia, sino que tiene que redescubrirse si quiere realmente encontrar y anunciar la verdad, como el conjunto de discípulos alrededor de la mesa de la última cena: confundida, desesperada, preguntándose qué le espera a ella, a los suyos, y al mundo. Tiene que dejar que le quiten de las manos las supuestas respuestas de la tradición, tal como les fue quitada a Jesús y a sus discípulos la idea establecida sobre la fidelidad de Dios, y que no les quedaba sino la entrega. A fin de poder encontrar y presentar la verdad, tiene que enfrentarse a la pregunta sobre qué cuestiones liberadoras o auténticas quedan por decir en las circunstancias dadas de amenaza, miedo e inseguridad. Hablar sobre la verdad sólo puede nacer desde el silencio de la caótica confusión. 

En segundo lugar hay que señalar que la verdad de los evangelios sobre la institución de la eucaristía es ante todo una verdad desprestigiada. Existe en la última cena –y los testimonios evangélicos sobre esto no andan con rodeos– traición, incomprensión, y malentendidos, y se percibe una gran hostilidad ante la única que parece entender lo que va a pasar: la mujer que unge los pies de Jesús. El pan que se parte en la eucaristía es el pan que nos alimenta, y también el pan que se produce con sudor y lágrimas y bajo condiciones injustas. El vino que se comparte es fuente de alegría y a la vez causa de adicción y violencia. De la misma manera que Jesús, según el himno que cita Pablo en su carta a los Filipenses, no sólo se despojó, sino que además se humilló hasta la muerte en la cruz, así la vida de sus discípulos no sólo se manifiesta en su común humanidad, sino mezclada con el mal. A consecuencia de esto la verdad que enseñan no sólo reside en una opinión cualquiera, sino que además está corrompida por la mentira, y peligra perderse en ella una y otra vez. Sea lo que sea, el anuncio de la verdad en sentido creyente y teológico implica en todo caso hablar libremente sobre este continuo desprestigio y la confesión de ser también culpables de él. 

En tercer lugar cabe indicar que los testimonios evangélicos en torno a la última cena no dejan duda de que –en medio de la ambigüedad, la ruptura y la culpa– se busca alcanzar la salvación de todos y todo lo que abarca la salvación de los que participan en ella. Desde el ámbito cristiano se entiende que la verdad de la existencia humana es la verdad presente como una Ausencia, como lo que va a venir y lo que se puede y se debe alcanzar, pues todo está ya-siempre a la luz de lo que va a venir. Desde el punto de vista cristiano la verdad que se busca y se desea es la verdad que ya-siempre está empezando, sobre todo en esta búsqueda y en este deseo. Por eso la esencia de la verdad presente rompe la alternativa de presencia y ausencia, como escribió el teólogo alemán Eberhard Jüngel sobre Dios. El hecho de que la verdad está sacramentalmente presente significa que en su presencia siempre está a la vez ausente, sin embargo en su ausencia se mantiene ocultamente presente. Por eso nunca se la puede manejar como una propiedad, sobre todo de parte de la Iglesia, cuya misión es representarla".

Erik Borgman
La verdad como concepto religioso
Concilium # 314 (febrero 2006)

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.