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domingo, 15 de julio de 2007

El prójimo y la epifanía de Louisville.

Este domingo las lecturas bíblicas nos proponen meditar acerca de la invitación de Jesús a convertirnos en prójimos de cada ser humano que encontramos en nuestro camino. Enseguida recordé el famoso pasaje de Thomas Merton que conocemos como la “Epifanía de Louisville”, y lo leí en la celebración. En el reciente viaje al Cobre un sacerdote con el que comparto el interés por Merton me comentaba también acerca de la riqueza espiritual de ese pasaje. Descubrir al otro, al hermano, incluso al desconocido, es crecer en la COMPASIÓN, ser solidarios, abrirnos al descubrimiento de que somos uno en Cristo.

“Ayer, en Louisville, en la esquina de las calles Cuarta y Walnut, comprendí de pronto que yo amaba a todo el mundo y que nadie me era o podía ser totalmente extraño. Fue como si despertase de un sueño: el sueño de mi distanciamiento, de la vocación “especial” a ser diferente. Realmente mi vocación no me hace diferente del resto de los hombres ni me coloca en una categoría especial si no es de manera artificial, jurídicamente. Yo sigo siendo un miembro de la raza humana, y ningún otro destino es más glorioso para el hombre, si tenemos en cuenta que la Palabra se hizo carne, convirtiéndose también en miembro de la Raza Humana”.

Este descubrimiento supuso para Merton un salto en su camino espiritual. El 5 de mayo de 1958, escribe: “Está muy bien decir que yo he estado viendo a Dios en Sí mismo. Pero no lo he visto. Yo sólo lo he visto en un mundo monástico muy pequeño. Éste es demasiado pequeño”.
La meta de Merton es ahora mayor: “Debo ver y abrazar a Dios en el mundo entero”.Para eso, dice: “Debo conocer el mundo en que vivimos y en que se supone que luchamos a favor del Reino de Dios”. Ya no es el monje que huye del mundo, que reniega de él, sino que algo ha despertado y le permite vislumbrar una Presencia en ese mismo mundo. Esa es la fuente de su creciente sentido ecuménico también, además de su compromiso con las causas nobles de su tiempo.

“Tengo que escribir y hablar, no como el individuo que se ha distanciado del mundo y desea que el mundo lo sepa, sino como la persona que se ha perdido a sí misma al servicio de la inmensa sabiduría del plan de Dios de revelarse a Sí mismo en el mundo y en el hombre”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Merton es genial. Es el monje por excelencia, mostrando como la vida contemplativa ilumina para redescubrir todo alrededor. Esta "visión" suya acerca del mundo lo coloca a la cabeza de los testigos de la fe para el nuevo siglo

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.