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viernes, 25 de abril de 2008

El "CASTILLO" de Teresa.



Hace casi diez años me leí integramente el libro del "Castillo interior" o "Las Moradas", de Santa Teresa de Jesús. Antes me había parecido denso y poco motivador, pero en ese momento, animado por el estudio que hacía de las obras de mi santa fundadora, me entusiasmé y adentré en las páginas de esta obra. Me pareció genial. Llena de intuiciones, espirituales y al mismo tiempo muy humanas. Aunque para el novato su lenguaje pueda parecer enrevesado por arcaico, quien se acostumbra a su lectura acaba inevitablemente disfrutando de sus giros, de su coloquialidad, de su humor y frescura. Teresa suena más moderna que muchos escritores más recientes.

Cuento esto motivado por la compra hoy de un excelente comentario al libro de "Las Moradas" realizado por Tomas Álvarez, gran conocedor de la obra de Teresa, y quien fuera profesor mío en aquel entonces del que les contaba en el párrafo anterior, en la ciudad de Avila, inspiradora obviamente de Teresa para utilizar el símbolo del castillo al hablar de lo interior. Este libro, publicado por la editorial MONTE CARMELO, es un auxilio excelente para quien decida leer un libro que forma parte de la herencia espiritual del occidente cristiano.

Y yo, personalmente, aconsejo aquí y ahora, la lectura de los libros de TERESA DE JESÚS. Es una mujer extraordinaria, que en su tiempo defendió a capa y espada su vocación de orante, de renovadora y de escritora además.

Teresa en este libro del que les hablo nos muestra al ser humano en toda su grandeza, habla de su vocación eterna, de la llamada interior, y utiliza el símbolo del castillo para describirnos un itinerario, el suyo propio, puesto a disposición de sus lectores, para animarles a recorrer el propio camino hacia Dios y la verdad propia. Cuando ella habla de alma y de castillo, está hablando del hombre en cuanto ser humano (hombre y mujer); su libro comienza hablando acerca de nuestra dignidad humana. Nada más parecido a Dios que el hombre; no está hecho sólo a su imagen y semejanza, sino que es capáz de contener a Dios. Y lo dice así:el alma del hombre es como un castillo "todo de diamante y muy claro cristal".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Entre tantas opciones religiosas y espirituales que se le ofrecen al mundo hoy, nuestros místicos ocupan un lugar privilegiado. A menudo buscamos fuera lo que tenemos dentro. He leido a Teresa y me gustaría seguir leyendola, por eso gracias, padre Manuel, por su recomendación.
Emilio.

Nora dijo...

Hola Amigos de Thomas Merton.
Los libros de los santos son geniales!!!
Las moradas, el castillo interior Confesiones de San Agustín, Sólo por nombrar los católicos.!!
Uno siente que huele una comida que aún no puede gustar y ellos te acercan el olor y basta...
Un abrazo!!
Pasión

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.