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lunes, 29 de diciembre de 2008

Meditar cada día.


Al comenzar un nuevo año, me gusta recomendar a mis amigos lo útil que resulta para la vida espiritual escoger un libro de meditaciones para cada día del año que nos acompañe durante ese período de tiempo. Suelo hacerlo desde hace mucho, y a menudo repito los libros, e incluso he seguido más de uno a la vez. Es una fuente sugerente de ideas para la vida cotidiana, que ilumina a menudo los períodos de oscuridad e incertidumbre que todos tenemos. En cualquier librería podemos encontrar alguno; yo, sugiero por supuesto los de mis autores preferidos: Thomas Merton, Anselm Grün, Henri Nouwen, K, pero hay otros muchos. La meditación que sigue está tomada de uno de ellos:


“Conozco muchas personas que temen la psicología. Creen que si comienzan a analizar sus sueños o indagar en su infancia, se producirá una explosión dentro de ellos y no quedará nada en pie, que su persona se desmoronará por completo. Siempre tomo en serio este miedo. Pues es una protección que ellos necesitan. Quizás están sobre exigidos por tener que mirar solos en las profundidades de su alma. Necesitan de alguien que se asome cariñosamente a sus zonas vulnerables y que las acaricie como Jesús cuando lavaba los pies a sus discípulos. Necesitan la certeza de que no serán sentenciados, de que no hay nada en ellos que no pueda ser transformado por el Espíritu de Dios. Sólo al creer en el mensaje de Jesús de que ha llegado como una luz que ilumina sus tinieblas, podrán acercarse a su propia oscuridad. Y eso los liberará verdaderamente.
Pero si huyen, deberán idear constantemente nuevas estrategias para reprimir la propia verdad. Y saben que así no funciona. Pues, a más tardar por la noche, la verdad vendrá a buscarlos. En ese momento, los fastidiarán las pesadillas. O también el cuerpo les mostrará, despiadadamente, su verdad. Y sabrán que ya no pueden ocultar más su verdad ante los demás.
En todos los abismos del corazón, habita Dios. Y porque Dios es el amor que habita en uno, podrá ingresar en todas las habitaciones de la propia morada e invitar a otros a que lo visiten. Esto da un sentimiento de libertad y tranquilidad”.

(Anselm Grün; “Con el corazón y todos los sentidos”).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En el evangelio de Juan, desde la primera página, queda muy clara la finalidad de la presencia de Jesús: llevar a su meta el proyecto de Dios. Este proyecto es convertir al hombre en un ser humano. Por tanto, la misión de Jesús es crear Humanidad.
Para ser humano, el hombre tiene que liberarse de sus esclavitudes (poder, riqueza, miedos, hipocresía…), abandonar las herramientas con las que huye de su realidad. Rendirse al corazón y perderse en el amor, para encontrarse verdaderamente consigo mismo y con la vida.
Einstein dijo, “La vida no da ni presta, no se conmueve ni se apiada. Todo lo que la vida hace es retribuir y transferir aquello que nosotros le ofrecemos”.

Manuel, te dejo unos cuantos títulos de libros que me han parecido interesantes, tanto por sus contenidos, como por el hecho de interpelar a mi sentido crítico y permitirme ejercer una interpretación personal de los temas tratados en ellos. Es bueno enriquecerse con planteamientos coincidentes con los nuestros, más o menos afines y, por supuesto, también con opiniones que no se comparten. En definitiva, lecturas que ejercitan el corazón y el cerebro:
Hans Küng, “Credo”
Juan José Tamayo, “Jesús y Dios”
José Antonio Pagola, “Jesús. Aproximación histórica”
JoséMaríaCastillo, “Espiritualidad para insatisfechos”
Ernesto Cardenal, “Vida en el amor”

Manuel dijo...

Gracias, SAN, por tu recomendación. Conozco algunos de esos libros por haberlos leído, otros sólo de oídas y alguno de ellos lo he comprado y espera un buen momento para su lectura. El de Cardenal lo hechos comentado y citado en este blog, pues está más en la línea de la espiritualidad mertoniana. Creo que los autores que propones son todos buenos, de una línea crítica, pero esas lecturas hay que intercalarlas con otras, porque pueden provocar cierta crispación. Por eso vale mi recomendación de lecturas espirituales diarias y autores como los que aparecen regularmente acá. A propósito, he comenzado a leer "Libertad conquistada", unas memorias de Hans Küng.

Anónimo dijo...

Me he quedado con esta frase: "En todos los abismos del corazón habita Dios". Hay una frase de Isabel de la Trinidad que habla también de la imagen de un abismo para referirse a nuestra interioridad. Creo que abismo es apropiado por hondo y por oscuro. Y porque no hay hondura ni oscuridad en la que Dios nos deje solos.

Alicia Abatilli dijo...

¿El miedo es el que hace huir de nosotros mismos? ¿ o es la duda? ¿o el vacío?
Excelente post.
Un abrazo.
Alicia

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.