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martes, 15 de marzo de 2011

THOMAS MERTON, según el P.Segundo Llorente, S.J.

Cumpliendo lo prometido en la entrada anterior comienzo hoy la publicación de un texto de Segundo Llorente, sacerdote jesuita que fuera misionero en Alaska, sobre Thomas Merton. Lo trascribo tal y como lo encuentro en unas hojas de papel, amarillas por el tiempo, escrito a máquina, y supongo que copiado de algún libro o publicación por la década del 70. El lenguaje, ciertas valoraciones, responden indudablemente a la visión de este autor, pero indudablemente el hecho de que ambos se conocieran cuando Merton viajó a Alaska, casi al final de su vida, le confiere a este testimonio un valor peculiar. Como es un poco extenso el texto lo publicaré por partes.



“El Padre Thomas Merton” Por el P. Segundo Llorente, S.J.

“Hijo de padre inglés y madre norteamericana nació, digamos accidentalmente en Prades, donde su padre se hallaba pintando entre los riscos del Pirineo francés. Bautizado en la secta anglicana, creció no obstante sin religión. En las escuelas francesas primero y luego en las inglesas y norteamericanas el joven Merton interrumpía la monotonía de los temas académicos con la lectura de novelas sucias y libros indecentes. Esta lectura unida a la compañía de jóvenes libertinos o poco menos produjo un Merton agitado interiormente por las ideas más confusas y las ambiciones más descabelladas.
En la Universidad de Columbia en Nueva York, se granjeó la amistad y confianza de un profesor que, aunque no era católico, le descubrió un mundo nuevo de gran belleza moral. Merton se echó a campo traviesa por ese mundo en busca de algo que su alma le pedía a gritos y que él no sabía lo que era. Su peregrinación por ese mundo fue una odisea que le dio tema para su autobiografía: The seven Storey Mountain.
Evidentemente Dios tenía grandes planes sobre Merton, como los tuvo sobre Saulo, y le fue desbrozando el camino por el que llegó finalmente a la meta deseada. Instruido primero en el catolicismo y bautizado condicionalmente, se hincó de rodillas en el confesonario y uno por uno fue arrancando de raíz todos los pecados de que se pudo acordar. Dice que le daba lástima del pobre confesor que tenía que aguantar en silencio aquella granizada. Comulgó y empezó a vivir como cristiano. El temor de no perseverar en el bien comenzado le hizo pensar en hacerse sacerdote, más aun, religioso de votos perpetuos. Intento hacerse franciscano pero no resultó. Quiso ir a la Cartuja, pero en el nuevo mundo no hay ninguna. Fue probar a los Trapenses y allí se quedó”.

2 comentarios:

Manuel dijo...

En el texto de esta entrada su autor hace referencia la "secta anglicana"; por supuesto que no suscribo dicha afirmación, y estuve tentado de poner "iglesia", pero claro, pensé que lo correcto era transcribir el texto tal y como había sido escrito. Lo mismo, hay cierta exageración al describir los año de Merton previos a su conversión; pueden encontrarse datos más exactos en otros estudios más recientes sobre la persona y la obra de TM.

San dijo...

Es curioso siempre bucear en los papeles con años y leer lo que otros, en otro momento, pensaron sobre los demás, especialmente si tuvieron algún tipo de contacto con ellos.
En el caso de este jesuita, resulta evidente su enfoque desde las primeras líneas. Y esa visión suya religioso espiritual, lógicamente, es la que mediatiza e imprime su sello a la interpretación que hace de Thomas Merton.
Qué interesante sería, en muchos casos, la posibilidad de réplica del interpretado. Y no lo digo sólo en el caso de Merton. Antes pondría a un tal Jesús de Galilea, por empezar por el principio y fuente…

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.