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miércoles, 11 de enero de 2012

RADICALIDAD

“Nuestra sociedad está organizada de forma tal, que hay gente que piensa que es feliz con ese estado de cosas. En un estado policial o totalitario, uno quiere escapar. Nuestra sociedad brinda compensaciones suficientes, así que uno está dispuesto a conformarse con esto, con tal de poder tener un automóvil, su TV, su casa, comida y bebida, y darse gustos suficientes.
El problema de adoptar una actitud crítica frente al mundo de hoy es que el católico más o menos progresista replicará inmediatamente: Pero si esa es precisamente la vieja línea. ¿Cómo podemos criticar al mundo? El mundo es bueno. De ahí el razonamiento un tanto ingenuo que dice: No vengas a contarnos ese cuento de la alienación. Nosotros somos felices. Esta es la verdadera vida. Es buena, es maravillosa. Por otro lado, personas como Lewis Munford, Jaques Ellul y Herbert Marcuse no cesan de decir que la vida alienada no es buena, que, en última instancia es un mal negocio, porque las compensaciones que obtenemos no son reales. Son cuantitativas, no cualitativas.
Uno de los puntos clave de la vida profética es que la persona profética incita a la rebelión no diciendo a los esclavos que se liberen sino diciendo los que creen ser libres que son esclavos. Este es un mensaje inadmisible.
Si hemos de vivir en consonancia con nuestra vocación profética, tenemos que comprender que, seamos o no revolucionarios, debemos ser lo suficientemente radicales para disentir de lo que es, básicamente, una sociedad totalitaria. Y que nosotros estamos en ella. No es una sociedad por venir. Está aquí. Por eso necesitamos prestar atención a lo que dicen algunas personas que mencionamos antes, aun cuando a veces se las considere pesimistas. También necesitamos prestar atención a los profetas que en las Escrituras son llamados a apartarse de su pueblo para poder, desde otro lugar, elegir libremente en presencia de Dios, hacer elecciones no predeterminadas por la sociedad”.


“Oh Señor, concédenos tu luz y la fortaleza del Espíritu Santo para seguir nuestra vocación como tú desearías que lo hiciéramos, y concédenos la gracia para comprender los problemas de esa vocación a la luz de tu voluntad para nuestro tiempo. A través de Cristo nuestro Señor. Amén” ™

2 comentarios:

San dijo...

Creo que la radicalidad de la auténtica mística y de la profética está en la libertad. Y hacen falta místicos y profetas, hace falta gente libre que se rebele, con todas las consecuencias, y así revele a Cristo. Todos estamos llamados a ser, y podemos serlo, apóstoles de su memoria subversiva y liberadora, que ya estuvo, y está ahora, por encima de toda clase de “edificaciones”, funcionarios y cánones.

Anónimo dijo...

Un verdadero profeta. Gracias Señor por acompañarnos en este camino, iluminándonos con tu luz, con profetas de nuestro tiempo.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.