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martes, 5 de junio de 2012

HENRY MILLER

Henry Miller (1891-1980) fue un notable escritor estadounidense. Aunque los mundos en que Miller y Merton vivían eran muy diversos y diferentes, ambos descubrieron que tenían cosas en común, incluyendo un hondo respeto por la obra de cada cual. La correspondencia entre estos dos escritores data de 1962 a 1964. De las cartas de Merton a Henry Miller he tomado el siguiente texto: “La religión de la gente religiosa tiende a veces a hacer asomar la cabeza de un monstruo justo cuando uno comienza a calmarse y a sentirse tranquilo. La religión de la gente medio religiosa no tiende: eriza las cabezas. Cuernos, cuernos con ojos en sus puntas, dientes, dientes con ojos en ellos, ojos tan agudos como cuernos, ojos embotados, oídos que ahora escuchan a todas las estrellas y decodifican su mensaje en algo así como cotizaciones comerciales en alza. Esta es la mayor orgía de idolatría que el mundo jamás conoció, y los creyentes no piensan generalmente que la idolatría sea el pecado máximo y fundamental. No se piensa en absoluto, no es reconocido, no puede ser aceptado, y si uno va por allí y habla sobre la idolatría ellos se desplomarán a carcajadas y las cabezas de los monstruos girarán y se balancearán como el mayor carnaval que se haya visto. Pero precisamente la mayor y más absurda dificultad de nuestro tiempo es mantenerse desenredado de los ídolos, porque no se puede tocar nada que no esté profanado por ellos: cualquier cosa que compres, cualquier cosa que vendas, incluso cualquier cosa que ofrezcas. Y por supuesto el significado de ellos se pierde por completo. Cualquiera que se venda a un ídolo pequeño, inofensivo y de precio rebajado, se ha alienado y forma parte de la estatua, se comporta como ella y tiene que actuar como ella, o sea, tiene que estar muerto. La religión de la gente no religiosa tiende a estar libre de ídolos religiosos y de muchas maneras es menos apócrifa. Pero por otra parte, ellos a menudo no tienen defensa contra la especie totalitaria, que acaba haciéndose mayor y peor. Con franqueza no poseo una respuesta. Como sacerdote debería, por supuesto, se capaz de dar la respuesta de Cristo. Pero desafortunadamente… ya no es una cuestión de respuestas. Éste es un tiempo, quizás, de enorme silencio espiritual”. (7 de agosto de 1962)

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.