Hoy nos habla Teresa misma. Puede sernos un poco difícl su lenguaje del siglo XVI, pero resulta luminosa su experiencia personal de oración, revisitada y escrita por ella en la madurez de la fe.
"Una cosa quiero decir, a mi parecer
importante… porque en algunos libros que están escritos de oración tratan que,
aunque el alma no puede por sí llegar a este estado, porque es todo obra
sobrenatural que el Señor obra en ella, que podrá ayudarse levantando el
espíritu de todo lo criado y subiéndole con humildad… Y avisan mucho que
aparten de sí toda imaginación corpórea y que se lleguen a contemplar en la Divinidad; porque dicen
que, aunque sea la Humanidad
de Cristo, a los que llegan ya tan adelante, que embaraza o impide a la más
perfecta contemplación. Porque les parece que como esta obra toda
es espíritu, que cualquier cosa corpórea la puede estorbar o impedir; y que
considerarse en cuadrada manera, y que está Dios de todas partes y verse engolfado en El, es lo que han de
procurar. Esto bien me parece a mí, algunas veces; mas
apartarse del todo de Cristo y que no entre en cuenta este divino Cuerpo con
nuestras miserias ni con todo lo criado, no lo puedo sufrir.
Yo no lo contradigo, porque son letrados
y espirituales, y saben lo que dicen, y por muchos caminos y vías lleva Dios
las almas. Cómo ha llevado la mía quiero yo ahora
decir -en lo demás no me entremeto- y en el peligro en que me vi por querer
conformarme con lo que leía.
Como yo no tenía maestro y leía en estos
libros, por donde poco a poco yo pensaba entender algo...en comenzando a tener algo de oración sobrenatural,
digo de quietud, procuraba desviar toda cosa corpórea, aunque ir levantando el
alma yo no osaba, que, como era siempre tan ruin, veía que era atrevimiento.
Mas parecíame sentir la presencia de Dios, como es así, y procuraba estarme
recogida con El; y es oración sabrosa, si Dios allí ayuda, y el deleite mucho.
Y como se ve aquella ganancia y aquel gusto, ya no había quien me hiciese tornar a la Humanidad, sino que, en hecho
de verdad, me parecía me era impedimento.
Había sido yo tan devota toda mi vida de
Cristo. Y así siempre tornaba a mi costumbre de holgarme con este Señor, en
especial cuando comulgaba. Quisiera yo siempre traer delante de los ojos su
retrato e imagen, ya que no podía traerle tan esculpido en mi alma como yo
quisiera. No quiero pensar que en esto tuve culpa,
porque me lastimo mucho, que cierto era ignorancia; y así quisisteis Vos, por
vuestra bondad, remediarla con darme quien me sacase de este yerro, y después
con que os viese yo tantas veces, como adelante diré, para que más claro
entendiese cuán grande era, y que lo dijese a muchas personas que lo he dicho,
y para que lo pusiese ahora aquí.
Tengo para mí que la causa de no
aprovechar más muchas almas y llegar a muy gran libertad de espíritu, cuando
llegan a tener oración de unión, es por esto. La una es, que va un poco de poca humildad tan solapada y escondida,
que no se siente. Y ¿quién será el soberbio y miserable, como yo, que cuando
hubiere trabajado toda su vida con cuantas penitencias y oraciones y
persecuciones se pudieren imaginar, no se halle por muy rico y muy bien pagado,
cuando le consienta el Señor estar al pie de la Cruz con San Juan?
Pues si todas veces la condición o
enfermedad, por ser penoso pensar en la Pasión, no se sufre, ¿quién nos quita
estar con El después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el Sacramento, adonde ya está glorificado....? Porque, cierto, no todas veces
hay quien sufra pensar en tantos trabajos como pasó. Hele aquí sin pena, lleno
de gloria, esforzando a los unos, animando a los otros, antes que subiese a los
cielos, compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su
mano apartarse un momento de nosotros.... ¡Oh, qué mal camino
llevaba, Señor! Ya me parece iba sin camino, si Vos no me tornarais a él, que en
veros cabe mí, he visto todos los bienes. No me ha venido trabajo que,
mirándoos a Vos cuál estuvisteis delante de los jueces, no se me haga bueno de
sufrir. Con tan
buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el
padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo
verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que
nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima,
en quien dijo Su Majestad se deleita. Muy muchas veces lo he visto por
experiencia. Hámelo
dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos
nos muestre la soberana Majestad grandes secretos.
Así que vuestra merced, señor, no quiera otro camino, aunque
esté en la cumbre de contemplación; por aquí va seguro. Este Señor
nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. El le enseñará. Mirando su
vida, es el mejor dechado. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que
no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo?....
Esto de apartarse de lo corpóreo, bueno
debe ser, cierto, pues gente tan espiritual lo dice; mas, a mi parecer, ha de
ser estando el alma muy aprovechada, porque hasta esto, está claro, se ha de buscar
al Criador por las criaturas. Todo es como la merced el Señor hace a cada alma; en eso no me
entremeto. Lo que querría dar a entender es que no ha de entrar en esta cuenta
la sacratísima humanidad de Cristo.
Cuando Dios quiere suspender todas las
potencias, como en los modos de oración que quedan dichos hemos visto, claro
está que, aunque no queramos, se quita esta presencia...Mas que nosotros de maña y con cuidado nos
acostumbremos a no procurar con todas nuestras fuerzas traer delante siempre –y
pluguiese al Señor fuese siempre- esta sacratísima Humanidad, esto digo que no
me parece bien y que es andar el alma en el aire, como dicen; porque parece no
trae arrimo, por mucho que le parece anda llena de Dios. Es gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano, que éste es el otro inconveniente que digo
hay.
Tornando al segundo punto, nosotros no somos ángeles, sino tenemos
cuerpo. Querernos hacer ángeles estando en la tierra –y tan en la tierra como
yo estaba- es desatino, sino que ha menester tener arrimo el pensamiento para lo ordinario....
Esto he probado. De este arte ha llevado Dios mi alma. Otros irán - como
he dicho- por otro atajo. Lo que yo he entendido es que todo este cimiento de
la oración va fundado en humildad y que mientras más se abaja un alma en la
oración, más la sube Dios. ......
Con libertad se ha de andar en este
camino, puestos en las manos de Dios....¿De qué sirve gobernarse a sí
quien tiene dada ya toda su voluntad a Dios? Si uno tiene mala voz, por mucho que se
esfuerce a cantar no se le hace buena; si Dios quiere dársela, no ha él
menester antes dar voces. Pues supliquemos siempre nos haga mercedes, rendida
el alma, aunque confiada de la grandeza de Dios.
Pues quiero concluir con esto: que
siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos
hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del
que nos tiene; que amor saca amor. Y aunque sea muy a los principios y nosotros
muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar; porque No acabamos de creer que aun en esta vida da Dios ciento
por uno."
SANTA TERESA DE JESÚS. VIDA. CAP. 22 (FRAGMENTOS).
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