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sábado, 20 de junio de 2020

UNA AMISTAD ENTRE TRES

Thomas Merton, Robert Lax y Edward Rice se conocieron y fueron amigos en la universidad, y luego siguieron siendo amigos de toda la vida, e innovadores literarios e iconoclastas espirituales. Su amistad y colaboración comenzaron en el Columbia College en la década de 1930 y alcanzaron su punto culminante en una aclamada revista, que se extendió de 1953 a 1967, un año antes de la muerte de Merton. Rice fue fundador, editor, editor y director de arte; Merton y Lax son dos de sus colaboradores más firmes. Conocidos en el campus por su buen humor, su aprecio vanguardista por el jazz y Joyce, y su amor indiscreto por el cine, también compartieron su fe católica. Rice, cuna católica, fue el padrino de Merton y Lax. 

Merton, quien murió unos 30 años antes que los otros dos, fue el primero en alcanzar la fama con su autobiografía espiritual más vendida, The Seven-Story Mountain. Lax, a quien Jack Kerouac denominó "una de las grandes voces originales de nuestros tiempos", finalmente recibió el reconocimiento como uno de los "poetas experimentales más grandes de Estados Unidos, un verdadero minimalista que puede tejer poemas increíbles con pocas palabras" (New York Times Book Review) . Pasó la mayor parte de los últimos 35 años de su vida viviendo frugalmente en una de las islas griegas más remotas. Después de que Jubilee , la revista antes citada, dejara de publicarse, Rice escribió 20 libros sobre cultura mundial, religión y biografía. 

Su biografía de Merton en 1970, El hombre del árbol de sicómoro, fue juzgada demasiado íntima, directa y sincera por aquellos que, en palabras de Lax, "intentaban con tanta fuerza obtener imágenes del halo [de Merton] que echaban de menos su rostro". Su biografía del explorador y "orientalista" del siglo XIX Sir Richard Burton se convirtió en un éxito de ventas del New York Times.

Este libro no es solo la historia de una amistad tripartita, sino una descripción detallada de los cambios en la vida católica estadounidense en los últimos sesenta y tantos años, una micro historia del catolicismo progresivo desde la década de 1940 hasta el siglo XXI. A pesar de su lealtad a la iglesia, los tres a menudo no estaban de acuerdo con sus posiciones, se quejaban de su tolerancia a la mediocridad en el arte, la arquitectura, la música y la vida intelectual y su comodidad con el materialismo estadounidense y el poder militar. Y cada uno a su manera se involucró en una búsqueda espiritual que se extendió más allá del cristianismo a las grandes religiones de Oriente.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.