"La experiencia es el acto que abre a la trascendencia. Para ello es necesario que se venga abajo el muro que separa lo divino, ese muro formado con todas las costumbres, con ese yo tal como ha sido hasta ese momento, con esas formas arraigadas de pensar, con la obstinada pretensión de una vida tranquila y segura, y mantenido todo por un sólido sistema de algo que se conoce.
Que ese muro que bloquea una verdadera madurez y un devenir se derrumbe, y que se consienta en ello, no es nunca, con toda seguridad, fruto de los méritos del hombre. Esa no es su obra. Algo diferente irrumpe en él. Es la gracia, que nace al hacerse presente otra dimensión, tan distinta a todo lo que ordinariamente se puede experimentar en el mundo, que hay que llamarla sobrenatural. Lo que en un momento así se vive está fuera del conocimiento del yo consciente y profano y, no obstante, emana de una verdad indudablemente presente en el hombre.
Es la realidad de su SER esencial, modo de presencia en él del SER sobrenatural que quiere manifestarse, a través de él, en el mundo. Su paso al mundo habitual es gracia, pero hay que hacer posible que esa gracia actúe, hay que prepararse a ello. Y este es el sentido del ejercicio espiritual".
K.G. Dürckheim, El maestro interior
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