Seguidores

miércoles, 2 de junio de 2021

BAUTISMO Y CONVERSIÓN EN THOMAS MERTON (1)

Estas páginas intentan un acercamiento al proceso de conversión que Thomas Merton experimentó, de modo que podamos aprovecharnos de su experiencia, y recibir luz para entender nuestro propio camino cristiano. Para este propósito, seguiremos lo que él propio Merton narra en su autobiografía, “La Montana de los Siete Círculos”. 

Merton y Aldous Huxley: Comenzaremos leyendo sobre el encuentro de Thomas Merton con un libro de Aldous Huxley (“Ende and Jeans”), como parte de su proceso de conversión. Fue en noviembre de 1937, cuando un amigo le habló de este libro y Merton corrió a comprarlo. Lo leyó y escribió luego un artículo sobre él. Merton había leído antes a Huxley, cuando tenía 16 o 17 años, y “había construido una filosofía extraña y superficial basada en todas las novelas que estaba leyendo” (187). Ahora Huxley había cambiado y Merton también; Huxley predicaba ahora el misticismo, luego de leer amplia, profunda e inteligentemente todo tipo de literatura mística cristiana y oriental. Así proponía la práctica de la oración y el ascetismo, asegurando que la experiencia de lo sobrenatural era posible, y reafirmando el dominio de nuestra inteligencia y voluntad. Merton por ese entonces sacó provecho de aquella lectura: “El efecto más importante del libro en mí fue hacerme empezar el saqueo de la biblioteca de la universidad en busca de libros de misticismo oriental”. (189). En ese entonces no entendió mucho de aquellas lecturas, pero seguramente dejaron la semilla de su futuro interés por las experiencias religiosas del oriente. 

A Misa por primera vez: Otro acontecimiento que narra Thomas Merton en esta parte de su autobiografía es su decisión de asistir a misa por vez primera. (pág. 208) “Cada semana, cuando llegaba el domingo, sentía un deseo creciente de quedarme en la ciudad para ir a alguna iglesia.” “Un fuerte impulso empezaba a afirmarse y me sentía arrastrado mucho más imperativamente a la Iglesia católica. Por último, la tendencia se hizo tan fuerte que no pude resistirla. Visité a mi muchacha y le dije que no iba a salir ese fin de semana, que había resuelto ir a misa por primera vez en mi vida.” 

Evocar a partir de mi propia experiencia lo que significó asistir a una misa, participar de la liturgia de la iglesia por primera vez. Esa misma impresión la vivió Merton, y constituyó una experiencia inolvidable, por eso dedica varias páginas de su autobiografía a describir los sentimientos de aquel día. (Pág.208-213) 

Elementos que llaman mi atención
1- Su estado de ánimo; sus sentimientos y emociones interiores. 
2- Todo lo que le rodea participa de su estado anímico: la naturaleza, la ciudad, los edificios. Su capacidad para detenerse y percibir la realidad es mayor. 
3- Se asombra de encontrar la iglesia llena y no solo de personas ancianas. “La cosa que me impresionó más fue que el lugar estaba lleno, absolutamente lleno. Estaba lleno no solo de personas ancianas y caballeros agotados, con un pie en la tumba, sino de hombres y mujeres, niños, jóvenes y viejos… especialmente jóvenes”. (210)
 4- Descubre también Merton que la gente reza, y lo hace de un modo natural, sin afectación, libremente; mientras él se arrodilla observa como una joven muchacha reza con recogimiento. 

Básicamente: Se descubre a sí mismo y al mundo en una apabullante novedad, y descubre la Iglesia como una entidad viva, dinámica, plural. Y se le abre la puerta de la oración de una manera consciente. Todo esto junto puede calificarse de un verdadero “despertar”, que introduce a Merton en una etapa nueva de su camino espiritual. Y es en la Eucaristía, en la que Merton participa por vez primera, donde ocurre todo esto. Luego Merton describe cómo siguió la liturgia: el sacerdote y sus acólitos, el predicador, la gente que sigue la ceremonia; describe el sermón del predicador y la impresión que todo aquello suscitó en él. Cuando finalmente sale del templo, dice: “Mis ojos miraban alrededor de mí un mundo nuevo. No podía comprender qué había pasado para hacerme tan feliz, por qué estaba tan en paz, tan contento de la vida”. Y luego: “Todo lo que sé es que entraba en un nuevo mundo. Hasta los feos edificios de Columbia estaban transfigurados en él y por todas partes había paz”. (213). 

La fe transforma y da luz a la mirada del hombre. Interés por lo católico. “Mi lectura se hacía cada vez más católica”. Merton, en sus búsquedas espirituales, se acerca a la vida y a la poesía de Gerard Manley Hopkins (Jesuita); no solo era un interés literario, también quería saber sobre su sacerdocio y su condición religiosa. Sus lecturas de entonces eran el “Ulises” de Joyce, y antes había leído el “Retrato de un Artista Adolescente”. En un sermón que aparece en este último Merton siente que “esos católicos sabían lo que creían, sabían lo que tenían que enseñar y todos enseñaban lo mismo y lo enseñaban con coordinación, finalidad y gran efecto”. En el libro de Joyce queda fascinado por las descripciones de sacerdotes y vida católica, a pesar de que la intención del autor era precisamente provocar el efecto contrario. 

Lee también por ese entonces a los poetas metafísicos, como es el caso de Richard Crashaw, su vida y su conversión al catolicismo; busca saber acerca de los jesuitas. Todo esto como símbolos de su nuevo interés por la vitalidad del apostolado católico. Pero con todo, dice Merton, “No estaba dispuesto a permanecer junto a la fuente”. (Pág. 214-215) 

El interés de Merton por lo católico era todavía esencialmente intelectual, estético; se contentaba con “estar parado y admirar” (215). A Merton le atraía el hecho de que los jesuitas aparecían como gente estudiosa e inteligente, pero le asustaba un poco la estructura de la compañía, su eficiencia, la imagen exterior que proclamaban. Su decisión de ir a misa por primera vez no transformó su vida; el fin de semana siguiente volvió a sus hábitos de siempre, no volvió a misa en aquel tiempo; simplemente añadió un avemaría a sus oraciones nocturnas. (¿) 

El Bautismo. A su conversión católica Merton añade un elemento acelerador, el hecho de que la humanidad se viera ante la inminencia de una guerra; en medio de sus actividades cotidianas Dios va preparando el corazón para disponerlo al momento en que se atreve a decir: Sí, quiero. En un día de septiembre, un día lluvioso, Merton está en su apartamento leyendo un libro acerca de Hopkins; este pensaba hacerse católico y escribía al cardenal Newman sobre su propósito. Mientras lee, algo se agita dentro de él, y siente como propio lo que está leyendo. Una voz interior le dice: “¿Qué esperas? ¿Por qué no te levantas y vas?” Merton describe sus sentimientos de ese momento: “Era un movimiento que hablaba como una voz”. “Me esforzaba por acallar la voz”. "Esto es locura. Esto no es racional”. “Di inquieto vueltas en la habitación”. (218) Y entonces la decisión. “De repente no pude aguantar más. Dejé el libro, me puse el impermeable y bajé la escalera. Salí a la calle… y entonces todo mi interior empezó a cantar… a cantar con paz, a cantar con fuerza, a cantar con convicción”. 

Se llegó hasta la iglesia buscando al sacerdote y cuando lo encontró le dijo: “Padre, quiero hacerme católico”. (219) A partir de este momento Merton comenzó a prepararse para recibir el bautismo; lecturas, preparación dos veces por semana con un sacerdote; renuncia a algunas de sus antiguas diversiones; asiste a la predicación de algunas misiones parroquiales. Entre otras cosas que cuenta hace referencia a un sermón sobre el infierno que escuchó en aquellos días. Muchas ideas pasaban por su mente entonces, incluso la idea de ser sacerdote. 

Finalmente recibiría el bautismo en el mes de noviembre, día 16, y Ed Rice fue su padrino; le acompañaban otros amigos: Lax, Seymour, Gerdy, que eran judíos. También recibió ese día por primera vez la comunión. “Había entrado en el movimiento eterno de esa gravitación que es la misma vida y espíritu de Dios.

Fray Manuel de Jesús, ocd.

No hay comentarios:

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.