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martes, 25 de septiembre de 2007

Henri Nouwen y el cuadro de Rembrant.3


Tercera parte:
La visión
Mucho de lo que ha ocurrido desde mi llegada a Daybreak está escrito en mis diarios y libros de notas, pero, tal y como está, muy poco puede compartirse con los demás. Las palabras son demasiado crudas, demasiado ruidosas, demasiado , demasiado desnudas. Pero ahora ha llegado el momento en el que es posible mirar hacia atrás, mirar aquellos años de alboroto y describir, con más objetividad que antes, el lugar al que me ha trasladado toda esta lucha. Todavía no soy lo suficientemente libre como para dejarme abandonar completamente en el abrazo seguro del Padre. En muchos sentidos, sigo caminando hacia su significado profundo. Todavía soy como el hijo pródigo: viajo, preparo discursos, predigo cómo será todo cuando finalmente llegue a la casa de mi Padre. Pero estoy en el camino a casa. He dejado el país lejano y siento el amor más cerca. Ahora estoy preparado para contar mi historia. En ella se podrá encontrar algo de esperanza, de luz y de consuelo. Mucho de cuanto he vivido durante estos últimos años formará parte de esta historia, no como expresión de confusión o de desesperación, sino como etapas en mi camino hacia la luz.
El cuadro de Rembrandt ha estado muy cerca de mí durante todo este tiempo. Lo he cambiado de sitio innumerables veces: del despacho a la capilla, de la capilla a la sala de estar de Dayspring (la casa de oración de Daybreak) y de la sala de estar de Dayspring otra vez a la capilla. He hablado sobre él miles de veces dentro y fuera de la comunidad de Daybreak: a los enfermos mentales y a los que les atienden, a ministros y a sacerdotes, y a hombres y mujeres de toda condición.
Cuanto más hablaba sobre El Hijo Pródigo, más lo consideraba como si se tratara de mi propia obra: un cuadro que contenía no sólo lo esencial de la historia que Dios quería que yo contara, sino también lo gue yo mismo quería contar a Dios y a los hombres y mujeres de Dios. En él está todo el Evangelio. En él está toda mi vida y la de mis amigos. Este cuadro se ha convertido en una misteriosa ventana a través de la cual puedo poner un pie en el Reino de Dios. Es como una entrada inmensa que me permitiera pasar al otro lado de la existencia y, desde allí, contemplar la extraña variedad de gentes y acontecimientos que componen mi vida diaria.
Durante años traté de ver a Dios en la diversidad de experiencias humanas: soledad y amor, pena y alegría, resentimiento y gratitud, guerra y paz. Intenté comprender los altibajos del alma humana, para poder percibir el hambre y la sed que sólo un Dios cuyo nombre es Amor podía satisfacer. Traté de descubrir lo duradero más allá de lo pasajero, lo eterno más allá de lo temporal, el amor perfecto más allá de los miedos que nos paralizan, y la consolación divina más allá de la desolación provocada por la angustia y la desesperación humanas. Procuré proyectarme más allá de la calidad mortal de nuestra existencia hacia una presencia más duradera, más profunda, más abierta y más maravillosa de lo que podemos imaginar, e intentaba hablar de esa presencia como una presencia que ya desde ahora puede ser vista, oída y palpada por aquéllos que quieren creer.
Sin embargo, en el tiempo pasado aquí, en Daybreak, he sido conducido a un lugar más interior, un lugar en el que no había estado antes. Es un lugar dentro de mí donde Dios ha elegido hospedarse. Es un lugar donde me siento a salvo en el abrazo de un Dios todo amor que me llama por mi nombre y me dice: Es el lugar donde saboreo la alegría y la paz que no existen en este mundo.
Este lugar siempre ha estado allí. Yo siempre supe que era la fuente de gracia. Sin embargo, no haía sido capaz de entrar y vivir allí de verdad. Jesús dice: (Jn 14,23) Estas palabras siempre me han impresionado muy profundamente. ¡Soy la casa de Dios!
Pero me había resultado muy duro experimentar la verdad que encierran. Sí, Dios hace su morada en lo más íntimo de mi ser, pero ¿cómo podía aceptar la llamada de Jesús: (Jn 15,4)? La invitación es muy clara. Hacer mi morada donde Dios ha hecho la suya, éste es el enorme reto espiritual. Parecía una tarea imposille.
Con mis pensamientos, sentimientos, emociones y pasiones, estaba constantemente fuera del lugar que Dios había elegido para hacer su morada. Llegar a casa y permanecer allí donde Dios habita, escuchar la voz de la verdad y del amor, era lo que más miedo me daba porque sabía que Dios era un amante celoso que lo quería todo de mí en todo momento. ¿Cuándo estaría preparado para aceptar esa clase de amor?

Dios mismo me mostraría el camino. Las crisis físicas y emocionales interrumpieron la vida tan atareada que llevaba en Daybreak y me obligaron a volver a casa y a buscar a Dios en el único lugar donde podía buscarlo: en mi propio santuario interior. No puedo decir que lo haya conseguido; nunca lo haré en esta vida, porque el camino hasta Dios llega mucho más allá de las fronteras de la muerte. Es un viaje largo y muy exigente, pero está lleno de sorpresas maravillosas y a menudo nos proporciona la satisfacción del objetivo cumplido.
La primera vez que vi el cuadro de Rembrandt no estaba tan familiarizado con la morada de Dios dentro de mí como lo estoy ahora. Sin embargo, mi reacción profunda al abrazo del padre a su hijo me hizo ver que estaba buscando desesperadamente ese lugar interior donde yo también pudiera ser abrazado como el joven del cuadro. Al mismo tiempo, no podía prever lo que iba a suponer el acercarme más y más a ese lugar. Estoy muy agradecido por no haber sabido de antemano lo que Dios me tenía preparado. Y también agradezco el nuevo lugar que se me ha abierto a través de todo el sufrimiento interior. Ahora tengo una vocación nueva. Es la vocación de hablar y escribir desde ese lugar profundo hacia las otras dimensiones de mí mismo y de dirigirme a las vidas llenas de inquietud de otras personas. Tengo que arrodillarme ante el Padre, apoyar mi oído en su pecho y escuchar sin interrupción los latidos de su corazón. Entonces, y sólo entonces, puedo decir con sumo cuidado y muy amablemente lo que oigo. Ahora sé que debo hablar desde la eternidad al tiempo real, desde la alegría duradera a las realidades pasajeras de nuestra corta existencia en este mundo, desde la morada del amor a las moradas del miedo, desde la casa de Dios a las casas de los seres humanos. Soy plenamente consciente de la grandeza de esta vocación. Más aún, estoy totalmente seguro de que éste es el único camino para mí. Podría llamársele visión : mirar a la gente y a este mundo con los ojos de Dios.
¿Es ésta una posibilidad real para un ser humano? Más importante aún: ¿es ésta una opción verdadera para mí? No se trata de una cuestión intelectual. Es una cuestión de vocación. Estoy llamado a entrar en mi propio santuario interior donde Dios ha elegido hacer su morada. La única forma de llegar a ese lugar es rezando, rezando constantemente. El dolor y las luchas pueden aclarar el camino, pero estoy seguro de que es únicamente la oración continua la que me permite entrar allí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ftsryrbh6

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.