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sábado, 12 de enero de 2008

Teilhard de Chardin.



Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) fue jesuita, teólogo y científico francés, celebre por su trabajo de campo pionero en paleontología. Sus proféticos ensayos sobre la reconciliación entre la fe y la teoría de la evolución suscitaron las sospechas del Vaticano, y se le prohibió publicar en vida escritos sobre temas religiosos.
Ya en este blog hemos publicado algunos textos suyos. Ahora compartimos algunas reflexiones de Ursula King, que aparecen en el libro “Escritos Esenciales” como presentaciones a los textos de Teilhard. Las ideas que destaco me parecen fundamentales para esa nueva comprensión de lo corporal y lo material en la vida espiritual.


Descubrir lo divino en las profundidades de la materia ardiente.

“La concreta tangibilidad de la tierra, la fragilidad del mundo vivo, la obsesionante belleza de la naturaleza: todo ello podía ser para Teilhard un medio para la revelación divina. La experiencia humana de los sentidos (ver, tocar, oír, sentir) podía revelar un camino que conducía al “corazón de la realidad”, a Dios. Teilhard poseía un extraordinario sentido de la concreción física, de la fuerza y el poder revelador de todas las cosas creadas en este mundo. También sentía un gran anhelo de una unidad más profunda de todas las cosas, con toda su diversidad unida en último término a Dios.
Él siempre fue profundamente consciente de en qué gran medida había sido bendecido por ciertas tendencias a buscar lo que él llamaba”el corazón de Dios en el corazón del mundo”. Tanto la ciencia como la religión le ayudaron en esto y, en su efecto combinado, le hicieron ver las cosas de manera diferente. Ver más y sentir más significa ser más, vivir una vida más plena, más rica, una vida de plenitud y totalidad. La particular manera Teilhardiana de verlo todo en una visión interrelacionada, holística, omnicomprensiva y unificadora le proporcionó una profunda intuición y sabiduría mística. Y, por encima de todo, quiso comunicar su visión del esplendor del espíritu y de la presencia divina a los demás seres humanos.
Su particular manera de ver consistía en tres componentes esenciales que él llamó “lo cósmico, lo humano y lo Crístico”. El entrelazamiento creativo de estos tres elementos le reveló la “diafanidad de lo divino en el corazón de un universo ardiente”.
Ursula King.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.