Seguidores

lunes, 23 de junio de 2008

La rueda de la transformación.


“La obra más importante del hombre es él mismo, él en cuanto hombre. Lograr la obra interior será fruto de la maduración humana. Las condiciones precisas para esta maduración son:
1- Desmantelar el pequeño yo orientado en exceso hacia el mundo y asustado ante el sufrimiento.
2- Intuir y desarrollar en sí-mismo el Ser esencial innato.
3- Hacer desaparecer posiciones o estructuras rígidas, así como aquellos hábitos que paralizan el desarrollo.
4- Tomar en serio e integrar aquellas experiencias encaminadas a tomar conciencia de este Ser esencial y de su manifestación.
5- Adoptar un comportamiento firme que Le exprese.

Y por último, todo ello debe estar impregnado de una inquebrantable fidelidad en el seguimiento del camino interior”.

“Al hablar de “practica” o de “ejercicio” en el Camino, se ha de enfocar siempre bajo dos aspectos:
1- Está el ejercicio que uno hace en un momento dado de la jornada. Son, por ejemplo, el ejercicio de respiración justa o el ejercicio de sentarse en silencio practicado media hora por la mañana; ejercitándose en ellos se entra en el soltar, en la unión con el fondo, en la renovación que se hace al margen de los deberes cotidianos.
2- De otra parte está la práctica en la vida cotidiana: a lo largo de cada día, toda acción no tiene sólo un fin externo, por el que se considere únicamente el resultado de la acción con respecto al mundo. Tiene también un sentido interno; es la forma en que se cumple la acción. Es en este sentido interno donde está, para nosotros, la posibilidad de una ventaja en nuestra evolución.

Para aquel que está en Camino, toda acción, toda obra, sea cual fuere la circunstancia, puede ser ocasión que haga girar la rueda de la transformación cumpliendo las cinco etapas: toma de conciencia de las actitudes falsas, soltar, unión con el fondo en un abandono total de sí, acoger y aceptar la imagen esencial, manifestación por medio de la acción justa”.


“Practica del Camino interior”.
Karlfried Graf Dürckheim.
Ediciones Mensajero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recomiendo encarecidamente los libros de este autor, maestro de la contemplación, quien puede ayudarnos a construir una estructura interior de pensamiento y actitudes propias del hombre contemplativo, y en la cual maduraría mejor toda espiritualidad.
Sergio.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.