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lunes, 2 de febrero de 2009

Psicología de la religión 2: ¿Por qué creemos?


La psicología no pretende dar respuestas acerca de Dios, ese no es su campo, no puede ni debe hacerlo. Lo que la psicología busca es comprender nuestra respuesta a la fe en Dios. Y, aunque a menudo sus conclusiones son cuestionables e incompletas, nos ayudan a descubrir lo falso, patológico o ambiguo de muchas actitudes religiosas. Como en este blog se busca una experiencia más auténtica de Dios y un conocimiento interior más hondo, desde una espiritualidad liberadora, compartir ideas en torno a la mirada de la psicología sobre el hecho religioso no está de más.


Motivaciones de la experiencia religiosa:

Juega un papel determinante el grupo social específico en el que el sujeto es acogido. La conducta religiosa es un elemento más de los que cada cultura trasmite en los diversos momentos históricos. La conducta, las creencias y experiencias religiosas son simplemente parte de esa cultura que se trasmite regularmente de generación en generación. Ello explica cómo a veces se acepta la religión, pero no se tienen las motivaciones profundas que la sostengan; las conductas no se aprenden si no satisfacen determinadas necesidades.
Otros han intentado comprender la religión como mera respuesta a los refuerzos, positivos o negativos, que socialmente administra la cultura. También que las conducta religiosa supone una respuesta a determinados tipos de frustración que tienen lugar en la vida; se entendería aquí lo religioso como meramente compensatorio. Hay también intereses políticos y económicos en la religiosidad, o puede responder a un deseo de “respetabilidad”. Se ha comprobado el incremento de actividad religiosa en personas que experimentan un grado notable de soledad personal. La privación sexual parece también encontrar compensación en el ámbito de la experiencia religiosa. Las personas acuden a la religión en momentos de debilidad: enfermedad, riesgo, pérdidas, y también en la vejez. La gente se vuelve más religiosa en la medida en que envejece.
La religión también está asociada a los niveles de conflicto. Ella vendría a pacificar y aliviar los combates que el individuo experimenta en su propio interior. No sería ya tanto compensar, sino aquietar o aminorar un conflicto.
Para Freud: los conflictos originados por la tensión existente entre las pulsiones y las prohibiciones del Superyó serían una causa importante para adoptar una creencia y una práctica religiosa. Freud asocia los rituales obsesivos con la práctica religiosa. Papel de la culpa, vínculo entre angustia, culpa y religiosidad.
Las personas religiosas suelen presentar mayores tendencias auto punitivas que las no religiosas, que suelen ser más agresivas. La actividad sexual es menor en las personas con creencias y prácticas religiosas. También se asocian a lo religioso actitudes autoritarias, o de prejuicio racial. Por última, también las necesidades de comprender los enigmas de la realidad pueden conducir a la experiencia religiosa.
Todas estas explicaciones por separado resultan insuficientes, pero en su conjunto ayudan a comprender y explicar muchos aspectos de la experiencia religiosa, de su riqueza y complejidad.

Resumen: ¿por qué mantenemos una conducta religiosa?
Porque nos ayuda a integrarnos socio y culturalmente a nuestro medio particular.
Porque encontramos en esas creencias y prácticas una ayuda para asumir los problemas de la vida.
Porque nos empujan a ello nuestros conflictos internos, conscientes o inconscientes.
Porque hallamos en la fe religiosa un sistema simbólico que nos sitúa convenientemente para elaborar nuestra visión de la vida, nuestra jerarquía de valores y nuestra particular respuesta a los enigmas de la existencia.

LA FE NO RESPONDE A UN INSTINTO BÁSICO, PERO ENCUENTRA EN LAS ESTRUCTURAS PSÍQUICAS HUMANAS UNA BASE INIGUALABLE PARA DESARROLLARSE


(Esto es un resumen: “Experiencias religiosas y ciencias humanas”, de Miguel García Baró, Carlos Domínguez Morano, y Pedro Rodríguez Panizo. Madrid, PPC. 2001).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bien sintetizas, Manuel. Además, todas las ideas de este libro me parecen de una gran veracidad y realismo. Se podría decir que hacen un diagnóstico muy exacto de las diferentes etiologías de acercamiento al fenómeno religioso. Me dan ganas de comprarme el libro.
La fotografía del gato también merece un comentario. Simplemente cautivadora.

Anónimo dijo...

Imposible leer esta entrada sin asociar de inmediato con la propia experiencia de fe y las repercusiones en nuestra psiquis. Me resulta muy interesante el tema, porque, como dices, ayuda a desenmascarar actitudes falsas y ambiguas de nuestra vida religiosa. Sigue tocando el tema.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.