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viernes, 27 de febrero de 2009

Otra mirada sobre la santidad (2)

En las mentes de mucha gente de hoy, las leyendas de los santos reflejan una forma demasiado estereotipada; pasaron sus vidas orando y haciendo buenas obras; otros tuvieron visiones o llevaron a cabo milagros. Todo esto puede ser verdad, pero tiende a omitir una buena cantidad de cuestiones. Si bien hay un molde reconocible en las vidas de los santos, cada uno de ellos fue, a su manera, un "original". Llegaron a la santidad por medio del material con el que contaban; material que, en algunos casos, parecía de calidad dudosa. Muchos de ellos lu­charon duramente para inventar un nuevo estilo de testimonio cristiano en res­puesta a las necesidades de su tiempo, necesidades que eran, frecuentemente, só­lo visibles para ellos. Incluso entre los santos canonizados llama la atención cuántos de ellos pagaron caro la originalidad de su visión. Junto con muchos de los mártires aceptados, existe una innumerable cantidad de otros que sufrieron persecuciones o fueron humillados, no por ostensibles "enemigos de la fe" sino a manos de sus propios pares cristianos. Todo esto se olvida fácilmente.
Pascal, el gran apologista cristiano que escribiera en el siglo diecisiete, obser­vó con cuánta frecuencia la veneración hacia los santos puede transformarse en una trivialización bienpensante de sus desafíos. Tendemos a mirarlos como "co­ronados de gloria y de años, y considerados casi divinos en tiempos pasados". Así nos parecen con el paso del tiempo.
Pero en los tiempos en que era perseguido, este gran santo fue sólo un hom­bre llamado Atanasio; y santa Teresa, sólo una mujer. Elías era un hombre sujeto a las mismas pasiones que nosotros, como señaló san Pedro para librar a los cristianos de la falsa idea que nos hace rechazar el ejemplo de los san­tos, como careciendo de relación con nuestro estado. "Eran santos", decimos. "No es lo mismo para nosotros."
Ésta es una de las razones, aparte de la humildad, por lo que a la gente santa no le gusta que la llamen santa. Como solía decir Dorothy Day, fundadora del movimiento de Trabajadores Católicos, "no me llamen santa, no quiero que se li­bren de mí tan fácilmente". Poner a los santos en un pedestal, implica que su ejemplo no contiene ningún desafío personal. Pero cuando esto sucede, la imaginación cristiana se debilita enormemente. Al describir la función de los san­tos, Karl Rahner escribió: "son los iniciadores y los modelos creadores de una santidad que a la vez que se adecua a su época en particular, es obra de ella. Los santos crean un nuevo estilo; prueban que una forma particular de vida y de actividad es, de manera real, una posibilidad genuina; muestran de manera expe­rimental que uno puede ser cristiano incluso de 'esta manera', vuelven a este ti­po de personas, creíbles como cristianos." Los santos son quienes, de alguna ma­nera parcial, personifican -literalmente encarnan- el desafío de la fe en su tiempo y lugar. Al hacerlo así, abren el camino para que otros los sigan... (Continuará)
Este texto que compartimos forma parte del prólogo al libro "Todos los Santos", publicado por LUMEN, y cuyo autor es Robert Ellsberg.

4 comentarios:

Magicomundodecolores dijo...

Me gusta la visión que tengo de los santos: para mí son las HH Oblatas de Cristo Sacerdote, de Huelva. Tendrías que ver la pobreza en la que viven, con lo justo y muchas veces, lo justo, es lo mínimo. Rezan por la comunnión de los santos, por nosotros. Muchas veces,en invierno, les he ofrecido ayuda para calefacción, o ropas de abrigo y me contestan:las buenas obras, hazlas a quien más lo necesita, a los pobres que están en el paro.. Para mí son verdaderas santas.
Ese libro me lo compro de seguro. Gracias por haberlo señalado.

Magicomundodecolores dijo...

Vuelvo: tampoco la Madre Teresa de Calcuta quería oir hablar de su santidad, pero hay que reconocer que lo fue. Yo le rezo para que siga ayudando a la gente pobre y necesitada de amor. Se que está con Dios.

Mudejarillo dijo...

A mí quien me ha acercado la santidad hasta hacer de ella algo normal, algo abierto a cualquier persona "normal" ha sido Teresa de Lisieux. Sin alharacas, sin grandes misterios, una mujer sencilla y excepcional dentro del ambiente rigorista e integrista de su época.
¿Es casualidad que Dorothy Day la tuviera como modelo y amiga hasta poner su nombre a su hija?
¿es casualidad que haya sido "compañera" de personas como Merton o Teresa de calcuta cuyo nombre se debe a su admiración por ella?.
Paz y Bien,

Anónimo dijo...

Estimado Manuel: Me gusta que insistas en el tema de la santidad. Y además, que lo hagas en el estilo y forma en que lo haces, con un lenguaje accesible y claro. He seguido siempre con atención las entradas sobre ese tema, y estoy muy cercano a esa visión de una santidad menos de élites, más de todos. Buena Cuaresma.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.