Pascal, el gran apologista cristiano que escribiera en el siglo diecisiete, observó con cuánta frecuencia la veneración hacia los santos puede transformarse en una trivialización bienpensante de sus desafíos. Tendemos a mirarlos como "coronados de gloria y de años, y considerados casi divinos en tiempos pasados". Así nos parecen con el paso del tiempo.
Pero en los tiempos en que era perseguido, este gran santo fue sólo un hombre llamado Atanasio; y santa Teresa, sólo una mujer. Elías era un hombre sujeto a las mismas pasiones que nosotros, como señaló san Pedro para librar a los cristianos de la falsa idea que nos hace rechazar el ejemplo de los santos, como careciendo de relación con nuestro estado. "Eran santos", decimos. "No es lo mismo para nosotros."
Ésta es una de las razones, aparte de la humildad, por lo que a la gente santa no le gusta que la llamen santa. Como solía decir Dorothy Day, fundadora del movimiento de Trabajadores Católicos, "no me llamen santa, no quiero que se libren de mí tan fácilmente". Poner a los santos en un pedestal, implica que su ejemplo no contiene ningún desafío personal. Pero cuando esto sucede, la imaginación cristiana se debilita enormemente. Al describir la función de los santos, Karl Rahner escribió: "son los iniciadores y los modelos creadores de una santidad que a la vez que se adecua a su época en particular, es obra de ella. Los santos crean un nuevo estilo; prueban que una forma particular de vida y de actividad es, de manera real, una posibilidad genuina; muestran de manera experimental que uno puede ser cristiano incluso de 'esta manera', vuelven a este tipo de personas, creíbles como cristianos." Los santos son quienes, de alguna manera parcial, personifican -literalmente encarnan- el desafío de la fe en su tiempo y lugar. Al hacerlo así, abren el camino para que otros los sigan... (Continuará)
4 comentarios:
Me gusta la visión que tengo de los santos: para mí son las HH Oblatas de Cristo Sacerdote, de Huelva. Tendrías que ver la pobreza en la que viven, con lo justo y muchas veces, lo justo, es lo mínimo. Rezan por la comunnión de los santos, por nosotros. Muchas veces,en invierno, les he ofrecido ayuda para calefacción, o ropas de abrigo y me contestan:las buenas obras, hazlas a quien más lo necesita, a los pobres que están en el paro.. Para mí son verdaderas santas.
Ese libro me lo compro de seguro. Gracias por haberlo señalado.
Vuelvo: tampoco la Madre Teresa de Calcuta quería oir hablar de su santidad, pero hay que reconocer que lo fue. Yo le rezo para que siga ayudando a la gente pobre y necesitada de amor. Se que está con Dios.
A mí quien me ha acercado la santidad hasta hacer de ella algo normal, algo abierto a cualquier persona "normal" ha sido Teresa de Lisieux. Sin alharacas, sin grandes misterios, una mujer sencilla y excepcional dentro del ambiente rigorista e integrista de su época.
¿Es casualidad que Dorothy Day la tuviera como modelo y amiga hasta poner su nombre a su hija?
¿es casualidad que haya sido "compañera" de personas como Merton o Teresa de calcuta cuyo nombre se debe a su admiración por ella?.
Paz y Bien,
Estimado Manuel: Me gusta que insistas en el tema de la santidad. Y además, que lo hagas en el estilo y forma en que lo haces, con un lenguaje accesible y claro. He seguido siempre con atención las entradas sobre ese tema, y estoy muy cercano a esa visión de una santidad menos de élites, más de todos. Buena Cuaresma.
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