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martes, 10 de febrero de 2009

Psicología de la religión 4: Mucho más que un sentimiento.


Componentes cognitivos en la experiencia de fe: La psicología de la religión destaco desde sus inicios la preponderancia los elementos afectivos y emocionales en la experiencia religiosa, sobre los elementos racionales. Pero en un segundo momento es importante que la experiencia religiosa se articule en las dimensiones más cognitivas de la personalidad.
Los elementos animistas, antropomórficos y mágicos que caracterizan el pensamiento infantil deberán ir transformándose, gracias al desarrollo intelectual, de modo que la experiencia religiosa no sucumba a la tentación de constituirse como un refugio para mantener estructuras infantiles que, en otros campos, sin embargo, van viéndose obligadas a remitir. Es constatable que la experiencia religiosa cuenta con más dificultades para madurar que otras dimensiones de la conducta.
El pensamiento infantil (J. Piaget) evoluciona y se ve desarrolla hacia la madurez por la intervención de tres factores fundamentales:
a. La experiencia de sus contactos con los demás, que permite al niño rectificar sus errores de perspectiva excesivamente ligados a una óptica egocéntrica.
b. El contacto con la realidad material le forzará a renunciar a una perspectiva extremadamente moralista, mágica y finalista del mundo, para percatarse de que éste funciona a través de leyes concretas y de que la causalidad física actúa al margen de la voluntad y de los deseos del hombre.
c. La dolorosa experiencia de constatar las limitaciones humanas, particularmente la de sus adultos más queridos le obligará a poner en tela de juicio la omnisciencia, omnipotencia y omnibenevolencia que a ellos les atribuyó.
Todo lo anterior traerá como resultado benéfico unas profundas transformaciones en la estructura mental que facilitarán la adaptación al mundo y dará una mayor autonomía y libertad. Ahora bien, la naturaleza del hecho religioso hace muy difícil el juego de los factores habituales de maduración mental, y el creyente corre el peligro de utilizar a Dios y la religión para evitar o disfrazar este proceso de crecimiento. La persona puede progresar en otros campos de la conducta, permaneciendo una mentalidad infantil en la esfera religiosa. De ahí la importancia de la catequesis y la formación, y de insistir en la dimensión relacional de la experiencia religiosa, y el contacto con la realidad física y social. El elemento racional de la fe puede asegurar la continuidad de la experiencia individual en el contexto histórico y social, y cumplir la importante misión de preservar a la experiencia religiosa de derivar en un falso misticismo o de caer en un puro fanatismo.
No olvidar, sin embargo, que nuestra actividad intelectual permanece siempre influida por el mundo del deseo, y que esta influencia no es del todo negativa, pues puede funcionar en la mutuo potencialización, y las ideas pueden influir positivamente sobre nuestras emociones. Para que el elemento cognitivo de la religión sea humanizador y no meramente defensivo frente al reto de la existencia es importante tener en cuenta: renunciar a un pensamiento mágico que asegure una respuesta global y definitiva a los problemas de la existencia, renunciar a encontrar en la vía religiosa la explicación que nos salve de la herida narcisista del no saber, y el diálogo permanente y abierto con el resto de los creyentes y con las personas sin fe, aceptando que, en definitiva, la creencia constituye una opción en la que no se dispone de garantías.


Esto es un resumen de: “Experiencias religiosas y ciencias humanas”, de Miguel García Baró, Carlos Domínguez Morano, y Pedro Rodríguez Panizo. Madrid, PPC. 2001.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Madurar, ser conscientes de la realidad,liberarnos. Siempre estamos a tiempo de cambiar, “hoy es siempre todavía”. Quizá esto sea una utopía, pero “la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.

Anónimo dijo...

Estos textos de psicología y religión me están resultando muy interesantes, y estoy haciendo una especie de reflexión en torno a mis conceptos religiosos con ellos. Ciertamente dan mucha luz para encaminar nuestra religiosidad hacia la madurez.
Alicia.

Anónimo dijo...

Bendita la luz de Darwin, que nació hace ya 200 años.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.