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jueves, 30 de julio de 2009

Falsas ideas acerca de la santidad.


Problemas que Merton descubre (Ideas tomadas del libro "Vida y Santidad"): El misterio de Dios resulta nebuloso e irreal, incluso para los hombres de fe; reducimos nuestra vida cristiana a una especie de propiedad gentil y social; falsificamos y deformamos las verdaderas perspectivas de la santidad; santidad se vuelve conformidad, aceptando lo que parece bueno de la sociedad en la que vivimos; se pone el acento en la “respetabilidad”.[1]
La santidad, dice, exige sacrificios, es un camino duro y austero, en el que debemos orar, ayunar, abrazar las dificultades, sacrificar muchas cosas por amor, con tal (importante esto) “de mejorar la condición del ser humano sobre la tierra”.[2] El cristiano no puede vivir cómodamente, ignorando cuanto pasa a su alrededor, limitándose a hacer algunos gestos piadosos, mientras vive mediocremente su condición bautismal. Nuestro amor al prójimo no es simbólico, sino real.
Merton advierte: “Nos nos engañemos con fáciles e infantiles concepciones de la santidad”.
[3] Y pone algunos ejemplos concretos que me parece importante destacar:
1- El pensar que un aumento de la práctica religiosa (“resurgimiento religioso”) suponga necesariamente que la sociedad se esté abriendo realmente a Dios. Dice: “! No lo aseguremos tan a la ligera!” Al contrario. “El mero hecho de que las personas estén asustadas e inseguras, se aferren a eslóganes optimistas, acudan con más frecuencia a la iglesia y busquen pacificar sus atribuladas almas mediante máximas estimulantes y humanitarias, no es en modo alguno índice de que nuestra sociedad esté volviéndose “religiosa”. De hecho puede que sea un síntoma de enfermedad espiritual”.
[4]
2- Una religiosidad superficial carente de raíces realmente cristianas e ignorante de las necesidades de los seres humanos y de la sociedad, puede acabar siendo en verdad una evasión de los compromisos cristianos, y puede acarrear a la fe mucho descrédito. “Nuestra época necesita algo más que personas devotas que acuden asiduamente al templo, que evitan cometer faltas graves (al menos las faltas fácilmente identificables como tales), pero que raras veces hacen nada constructivo o positivamente bueno. No basta con ser exteriormente respetable”.[5]
3- Algunos cristianos pueden vivir en sociedades injustas, mientras cierran los ojos a toda clases de males a su alrededor. Es el caso de los sistemas totalitarios del pasado siglo XX, o las sociedades capitalistas de libre mercado, de mayoría cristiana. “Están interesados tan sólo en su propia vida de piedad compartimentada, cerrada a cualquier otra cosa sobre la faz de la tierra”. Esto ha supuesto, y Merton es profeta cuando lo dice, “que dicha pobre excusa de religión contribuye efectivamente a la ceguera e insensibilidad moral y, en última instancia, conduce a la muerte del cristianismo en naciones enteras o en zonas muy amplias de la sociedad”.[6]

[1] “Puede haber mucha bondad real en esta clase de respetabilidad. Las buenas intensiones no se pierden a los ojos del Señor. Sin embargo, siempre habrá cierta falta de profundidad y una determinada parcialidad y falta de totalidad que hará imposible que tales personas alcancen la plena semejanza con Cristo, o al menos, logren trascender las limitaciones de su grupo social haciendo los sacrificios que les exige el Espíritu de Cristo, sacrificios que los alejan de algunos de sus allegados y les impondrán decisiones de una solitaria y terrible responsabilidad”. VS; Página 29. Aquí hay una importante intuición de Thomas Merton, que toca un aspecto esencial de la llamada “religión tradicional”. Como un ejemplo de cristiano que logró superar este escollo pienso en Santa Teresita, cuya santidad Merton admira a pesar justamente de su entorno religioso y social, que ella consiguió trascender.
[2] VS; Página 29.
[3] VS; Página 30.
[4] VS; Página 30.
[5] VS; Página 30.
[6] VS; Página 31.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas veces pienso que lo más extraordinario que podemos desear alcanzar es precisamente ser simple y ordinariamente humanos, felices. Dejar que Dios sea en nosotros, o que nosotros seamos sencillamente creación suya. Sin más complicaciones, o con todas las complicaciones que eso lleva consigo. Porque tendríamos que llevar siempre, en lugar de un fusil, un beso.

Anónimo dijo...

En principio la entrada me parecía un poco densa, pero al leerla varias veces descubrí que dice algunas verdades muy importantes. Creo que meditaré con ella los próximos días. Gracias.

Anónimo dijo...

Creo también que me gustaría leer más comentarios en torno a esta entrada, sobre todo en relación a la distinción que hace Merton entre santidad y respetabilidad;para muchos el santo es el bueno, el manso, el perfecto, pero la santidad es mucho más que eso; hay mucha riqueza y contenido en ese concepto.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.