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sábado, 7 de mayo de 2011

THOMAS MERTON, según el P.Segundo Llorente, S.J. (final)

Aquí está, al fin, la conclusión del testimonio del P. Segundo Llorente, misionero español en Alaska, sobre Thomas Merton. La falta de tiempo no me había permitido sentarme a pasarlo al formato digital. Creo que es un aporte interesante para los interesados en la vida del monje trapense, al presentarla desde una particular visión eclesial y teológica.
 
“En la mañana del día diez, Merton leyó un trabajo que había hecho para la asamblea. Se convino en que después de la siesta se juntarían de nuevo todos para discutir el trabajo de Merton en charla familiar de preguntas y respuestas. Durante la siesta se oyó un grito cerca de la habitación de Merton. Salieron algunos a ver qué pasaba, pero como no se oyó nada más, se creyó que había sido una ilusión o cosa al menos sin importancia. Como no hizo acto de presencia en la reunión, fueron a llamarlo y le encontraron muerto. Estaba en el suelo con pijama y los pies mojados. Parecía evidente que se había duchado. Encima del cadáver estaba un ventilador eléctrico. ¿Qué había pasado? No hubo modo de saberlo a punto fijo.
Tal vez tuvo un ataque al corazón y cayó contra el ventilador que a su vez cayó sobre él. O tal vez al mover el ventilador tocó un alambre eléctrico que le electrocutó; porque con los pies mojados y encima un poso de piedra se pudo establecer fácilmente una corriente eléctrica. Tenía un golpe en la nuca que le produjo sangre. Del lado donde estaba el ventilador, en el brazo y el costado, tenía una quemadura y unas cortadas. El ventilador estaba todavía funcionando. Los médicos que fueron traídos a todo correr le pronunciaron muerto. Se llamó a la policía para que todo estuviera en orden. Toda la tarde y hasta pasada la medianoche los monjes y asistentes velaron el cadáver y al día siguiente se celebró una misa de Réquiem en presencia del Delegado Apostólico, el arzobispo de Bangkok y de otras dignidades eclesiásticas. Convencidos como estaban de que Merton era un alma dada del todo al servicio y gloria de Dios, decidieron celebrar la misa con vestiduras de color blanco, para testimoniar la alegría ante el triunfo de la vida sobre la muerte. “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?”.
El consulado norteamericano, debidamente informado, despachó un secretario para reclamar el cadáver. Lo trasladaron en avión a Estados Unidos y lo depositaron en la abadía de Getsemaní del estado de Kentucky, la residencia oficial de Merton. El 17 de diciembre la comunidad de la abadía celebró un funeral acostumbrado y acto seguido Merton fue enterrado en el cementerio común de los monjes. Tenía 53 años.

Esta noticia detallada se nos notificó desde Getsemaní y no hay que decir que nos dejó a todos asombrados. ¡Planes de Dios! ¡Qué inescrutables son esos planes! Parecía que Merton iba a estrechar los contactos religiosos con el Lejano Oriente. No lo pudo hacer en vida. A ver si intercede desde el cielo. Parecía que iba a venir a Cordova, la de Alaska, a pasar los domingos conmigo, hablar de San Juan de la Cruz, darnos mutuamente cuenta de conciencia, animarnos, alentarnos, espolearnos a seguir más de cerca las pisadas sangrientas de Cristo. No nos fue permitido eso. Cuando miro el sillón donde se sentó mientras estuvo en mi casa no puedo menos que recapacitar en lo que podría decirme ahora Merton si bajase y se sentase de nuevo a desayunar conmigo, o mejor, a verme desayunar, porque él ya tiene otro manjar del que no nos es dado gustar a los viandantes de este valle de lágrimas.
Ahora podrá despacharse a sus anchas con San Juan de la Cruz y discutir sobre los diez grados de amor de Dios que enumeró el santo castellano, entre otras cosas”.

1 comentario:

San dijo...

Ciertamente un final que sigue la línea del trabajo tan singular escrito por este jesuita sobre Merton, Manuel. Relata el episodio del hotel de Bangkok con el estilo de una crónica periodística de sucesos.
Interesante y curioso el material que descubriste, y que has tenido la amabilidad de compartir en capítulos con los lectores del blog. Es un enfoque que se viene a sumar a todos los existentes, seguro que con el valor añadido de ser inédito para una gran mayoría de nosotros.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.