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domingo, 18 de noviembre de 2018

BUSCANDO AL DIOS VIVO (2).


El cristianismo de nuestro tiempo está viviendo un nuevo capítulo de esta búsqueda del Dios vivo; hoy se descubre a Dios en el encuentro con la presencia y la ausencia divina en las experiencias cotidianas de lucha y esperanza, tanto ordinarias como extraordinarias. Han surgido nuevas experiencias de Dios, y estos son algunos ejemplos: el esfuerzo por luchar contra las tinieblas del Holocausto, en la lucha de los pobres y perseguidos por lograr la justicia social, los afanes de las mujeres por lograr igual dignidad humana, el encuentro del cristianismo con el bien y la verdad de otras tradiciones religiosas, o los esfuerzos de los ecologistas por proteger el planeta. Ninguna época carece de presencia divina, pero la nuestra florece de manera particular.

TRES NORMAS BÁSICAS PARA HABLAR DE DIOS: Para superar una visión excesivamente racionalista de Dios que hizo perder el norte a ciertos espirituales de la época de la ilustración (teísmos), compartamos unas líneas directrices que tienen su origen en el cristianismo primitivo y medieval, y que son recuperadas por la teología más actual:

1.     La realidad del Dios vivo es un misterio inefable que está más allá del discurso.
2.    Ninguna expresión acerca de Dios puede ser tomada de manera literal.
3.    Vemos la necesidad de dar a Dios muchos nombres.

Vamos a explicar algo de cada una de ellas:
1.     El Santo, infinitamente creador, redentor e inhabitador, está por encima y tan profundamente dentro del mundo como para ser literalmente incomprensible.  La mente humana no puede clasificar lo divino con palabra o imagen, por verdadera, hermosa o excelsa que sea. Los cristianos creen que Dios se ha hecho cercano en Jesucristo, pero aun así el Dios vivo sigue siendo un misterio inefable y no puede ser circunscrito (como dijo Pablo: vemos como en un espejo, en enigma). La historia de Agustín (en la playa, diálogo con el niño que intenta meter el mar en un hoyo en la arena) y una expresión de RANHER: somos como una islita rodeada por un gran océano; hacemos incursiones en el agua, pero las profundidades marinas excederán siempre nuestra comprensión.

2.    Nuestro lenguaje como un dedo que apunta a la luna, no la luna misma. Las palabras humanas acerca de Dios nunca han de ser tomadas literalmente, proceden por vía indirecta. En la teología católica esto se expresa mediante el concepto de analogía, y en la protestante mediante la metáfora; hoy también se usa mucho el símbolo, que abre nuevos niveles de comprensión de la realidad. Finalmente son los místicos de todas las tradiciones los que superan el pensamiento conceptual, y renuncian al deseo de dominar y definir, encontrando a Dios en lo más profundo de su ser.

3.    Si los seres humanos fueran capaces de expresar la plenitud de Dios con un nombre “directo como una flecha”, la proliferación de nombres, imágenes y conceptos observables a lo largo de la historia de las religiones carecería por completo de sentido. Pero ese nombre no existe, sino que en muy disímiles situaciones, lo seres humanos nombran a Dios con una sinfonía de notas. Frente a toda la riqueza de nombres que aparecen en la Escritura para referirse a Dios prosigue sin embargo lo que llama Santo Tomás “la pobreza de nuestro vocabulario”; incluso tomando mil nombres, imágenes y perfecciones y sumándolos, no se trasmitiría una comprensión plenamente adecuada ( Si lo has entendido, no es Dios).

Estas normas para hablar acerca de lo divino están profundamente arraigadas en la verdad del Dios vivo, y aun así en nuestro mundo se derraman torrentes de palabras sin la consciencia previa necesaria. Esta reflexión pretende e invita a liberar nuestra imaginación de modelos culturales rígidos, a la vez que aseguran cierta modestia en el discurso cuando atisbamos nuevas fronteras para  encontrar a Dios. Algunas personas se aferran a la antigua visión y no quieren cambiarla, temerosos de perder la esencia, pero la mayoría avanza buscando  un sentido último coherente con su experiencia actual de la vida. Únicamente el Dios vivo que pasa por encima de todos los tiempos puede interrelacionarse con las nuevas circunstancias históricas que el futuro continuamente aporta. Una tradición que no cambia no puede ser preservada. Cuando las personas experimentan que Dios sigue teniendo algo que decir, las luces permanecen encendidas.

(Estas notas fueron tomadas a partir de: “La búsqueda del Dios vivo”, de Elizabeth A. Johnson, Sal Terrae 2008).

La imagen de las dos entradas con este título pertenecen a YAZMI PALENZUELA. Gracias.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.