"Un padre tenía dos hijos..." Así comienza el hermoso pasaje del Evangelio de San Lucas que leeremos este domingo en nuestras celebraciones. Un texto que merecería estar en una antología de lo mejor de lo mejor que se ha escrito. Es un relato que ha insipirado a los artistas y a los espirituales, a pesar de estar inacabado, porque no sabemos si el hijo mayor entró o no a la casa, ni si el hijo menor, tras pasar el susto y la alegría del regreso, volvió a las andadas.
Pero es la historia de UN PADRE ÚNICO, que representa el hogar universal: el de los hijos egoístas que actúan por su cuenta, pensando en sí mismos, nunca en la familia.Uno esgrime su libertad y el otro su obediencia, y el padre sale por uno y por otro, pidiéndoles entrar a la casa y celebrar el encuentro. Y claro, ahora lo entiendo, nuestras historias están siempre inacabadas, si nos falta el Padre bueno, perdonador, capaz de salir de casa a buscar a los hijos que se pierden en una u otra dirección.
¡Qué historia tan bonita! Jesús la relata a los fariseos de su tiempo y de hoy, y a los que creen que la vida se trata siempre de Yo, y no de Nosotros. También es un mensaje para que todos aspiremos a ser como ese padre, convirtiéndonos en HOGAR, en espacio de acogida, perdón y libertad.
Un buen ejercicio para nosotros sería pensar en las razones de los tres para actuar como actuaron, preguntándonos de cuál de ellos nos sentimos más cercanos en nuestra vida cotidiana. Si pertenecemos a uno u otro grupo de hijos, pensando siempre en mis razones personales, pero nunca en ese proyecto común que busca hacer nacer una nueva humanidad, un hogar para todos, un ESTAR JUNTOS, y en la alegría que supone la mesa compartida. Miremos al padre que escucha y comprende, que acepta que sus hijos sean diversos, pero le duele que estén separados, y no gocen del HOGAR que ha preparado para ellos.
Razones, planes, temores que también son nuestros y que nos hacen caminar en una u otra dirección, acercándonos o alejándonos del HOGAR de todos, del Padre común, de los hermanos diversos.
NOTA: Para comprender mejor el mensaje que trasmite este texto dentro del camino cuaresmal es importante leerlo a la par de los pasajes evangélicos que se proclaman en los ciclos A y B de la liturgia. Ellos hablan de una CEGUERA, de una oscuridad, que no permite reconocer la presencia de Dios, de Cristo, en los otros. La LUZ es descubrir que todos compartimos el mismo hogar, como hjas e hijos, y por ello debemos trabajar cada día. Por un mundo mejor: justo, libre y fraterno.
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