Seguidores

domingo, 7 de diciembre de 2008

Thomas Merton: un presentimiento.


El 21 de julio de 1968, escribía Thomas Merton a Ernesto Cardenal:

“Durante bastante tiempo he estado pensando en escribirte una carta decente. Hay varias razones para la demora. La principal es que aquí están pasando muchas cosas y tengo muchos planes para el fin de año. Pero nada es completamente seguro todavía. Voy a ir a Japón y luego a Tailandia, donde hay una reunión de abades católicos de Asia. También tengo que predicar un retiro en el monasterio cisterciense en Java. Después de eso no estoy seguro de qué podré hacer. Si puedo conseguir el dinero y los contactos espero por algún milagro llegar a Nepal en los Himalayas… y entonces veremos qué pasa. Birmania es también otra posibilidad; pero también se necesitará casi un milagro.
Si estos planes no resultan es posible que pueda llegar a Nicaragua para pasar unas pocas semanas contigo. En cualquier caso, cuando sea que vaya, quiero tener un período apartado y tranquilo de retiro después del viaje. Una cosa es cierta, que necesito verdaderamente soledad y necesito huir de la constante presión de las visitas y de las demandas más o menos superficiales en lo que se refiere a trabajo: artículos, comentarios, prefacios, etc. Aquí en Getsemaní soy demasiado conocido y accesible”.
Merton manifiesta en esta carta un deseo intenso dedesaparecer”, de esconderse. Está lleno de planes, muchos lugares que quiere visitar, ya sea en Asía o en América. Presiente que algo llega: “Tengo una sensación muy precisa de que se está abriendo un nuevo horizonte y no sé bien qué es”.
Merton morirá 5 meses después de escribir esta carta
.

3 comentarios:

nieves dijo...

En este momento yo tambien estoy leyendo la correspondencia de Merton y Cardenal. Interesante amistad, entrañable, sincera y cuajada de confidencias de la vida espíritual de ambos. Recomendable su lectura.
Un saludo a todos.
Nieves

Anónimo dijo...

En la correspondencia de Merton con Ernesto Cardenal somos partícipes de un diálogo muy especial entre dos buscadores de Dios.

Anónimo dijo...

El profeta es una figura clave de este tiempo de adviento. Su principal característica es, precisamente, su inserción en el pueblo y su preocupación por la suerte de los más humildes. Su principal objetivo, por eso, ha sido siempre denunciar la injusticia, la condena sin paliativos de toda clase de opresión. Auténticos profetas, que sin miedo y partiendo de su experiencia de Dios nos ayudarán a encontrar el verdadero camino. Como Ernesto Cardenal y Thomas Merton, entre otros.
Además, tuvieron la oportunidad de conocerse y reconocerse, como atestiguan muchos versos, páginas y palabras, como éstas , tomadas de su correspondencia.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.