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jueves, 5 de marzo de 2009

Thomas Merton: Un mundo de paradojas.


En "Contemplation in a world of Action" (Publicado en español como "Acción y contemplación", Kairós 1982), Thomas Merton dedica un primer capítulo a comentar acerca de "La vocación y el pensamiento moderno". De este hemos tomado algunos pasajes para compartir en esta entrada:


"Vivimos en una cultura que, al mismo tiempo que proclama su humanismo y pretende de hecho glorificar más que nunca al hombre, en realidad constituye un insulto sistemático y casi cínico a la humanidad de este".


"El siglo XIX declaró que Dios había muerto y ahora el XX, en consecuencia, ha descubierto que sin Dios el propio hombre duda de la validez y del significado de su propia existencia. Al "morir Dios", también murió algo en el hombre. Si no resucitamos a estos muertos (que son nuestro propio ser muerto) con la palabra del Evangelio, tan sólo consagraremos muertos a un "Dios muerto". Y los que vengan a nosotros se preguntarán de qué puede servirles buscar a los vivos entre los muertos"


"Se ha dicho que la sublevación contra el cristianismo es una especie de "juicio" pronunciado en y por la historia sobre la incapacidad que han mostrado los cristianos para cumplir en su momento las exigencias de la Palabra de Dios"


"Los ideales humanistas y personalistas del pensamiento moderno no siempre resultan radicalmente incompatibles con el ideal cristiano. Debemos ser capaces de "rescatar" y "redimir" aquellas aspiraciones que son propias y auténticas del cristianismo, incluso si se hallan enterradas en una matriz atea".


"Las "respuestas" que busca y necesita el hombre moderno no son las expresadas con límpias fórmulas verbales o en un sistema construido lógicamente. En su propio ser existe una profunda desconfianza de la lógica y del sistema. Su necesidad y su esperanza residen en un mundo de paradojas al que no puede llegar la lógica estricta, ya que se trata del reino de lo personal y de lo único"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Merton vivió en una época de cambios radicales, y sus escritos son un intento de actualización de un mensaje predicado durante siglos. Aquí parece intentar vincular cristianismo y modernidad, o cristianismo y humanismo. Es el tema vocacional, que desafía siempre a las viejas instituciones. Es una pena que estos profetas no sean más escuchados.

Anónimo dijo...

Estoy seguro de que el día que empecemos a entender así la religión, ese día la religión no será cosa sólo de mujeres y de personas mayores. Será sin duda la cuestión capital para todos. Porque la religión dejará de ser la pesada carga que separa y divide, que canoniza a unos y se olvida de otros, que amenaza a casi todos y pone pedestales a no pocos ambiciosos. Entonces la religión empezará a ser el gran Proyecto de la Humanidad.

Anónimo dijo...

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Salvando la diferencia de época, y otras distancias, entre Merton y el autor (J.M. Castillo) del escrito que transcribo, creo que van en una línea similar.
“Un estudio reciente de la Fundación Bertelsmann sobre los valores religiosos, ha puesto de manifiesto que la religiosidad está presente en la sociedad como una música de fondo.
La religión dejará de ser “música de fondo”, para muchos, el día que se convierta en “gozo de felicidad”, para todos, el día que los dirigentes y practicantes de la religión comprendamos, de una vez por todas, que la religión se puede vivir de otra manera. Es más, que se debe vivir de forma distinta.
Lo digo sin rodeos: el Evangelio, más que un libro de religión, es un libro que enseña las claves de la vida. O mejor, el Evangelio es el “recuerdo peligroso de la libertad”. Se trata de la libertad que cuestiona nuestros miedos, nuestras represiones, nuestras inseguridades, nuestros irracionales sentimientos de culpa, nuestros desalientos, nuestras cobardías. Y también nuestras seguridades.
Por eso el Evangelio es “memoria subversiva”, que nos descubre horizontes nunca imaginados. Porque nos dice que, cuando hacemos de nuestra vida un proyecto de felicidad, o sea, cuando sabemos aunar los sueños y anhelos de muchos, para fundirlos en sonrisas de alegría compartida, sin reproches ni amenazas, sin yugos que oprimen nuestras espaldas, sino con el disfrute y el encanto de la gran fiesta de todos, entonces - y sólo entonces - estamos entendiendo eso que llamamos “Evangelio”, la Religión de Jesús, el Proyecto de la Humanidad, aquello en lo que todos coincidimos.
Estoy seguro de que el día que empecemos a entender así la religión, será sin duda la cuestión capital para todos. Porque la religión dejará de ser la pesada carga que separa y divide, que canoniza a unos y se olvida de otros, que amenaza a casi todos y pone pedestales a no pocos ambiciosos. Entonces la religión empezará a ser el gran Proyecto de la Humanidad.”

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.