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viernes, 11 de julio de 2008

Para ser de verdad yo mismo.

Un segundo aspecto a tener en cuenta en la oración es presentado por Merton en otra de sus conferencias de Alaska con la siguiente afirmación: “Oración e identidad van juntas”.
Es otro tema que también desarrolla Santa Teresa en sus escritos: saber quién es el que reza, qué creemos de nosotros, qué sentimos, qué esperamos. Aquí entra el tema del “yo” que hemos tocado de pasada, el tema de alcanzar una conciencia más profunda de nuestra identidad.

“Orar no es simplemente una manera de dirigirse a Dios en un determinado tiempo y lugar. Orar es franquear esta más profunda conciencia y consciencia, una conciencia mística y una consciencia mística, en la cual Dios y yo actuamos juntos”.

El hombre actual, el ser humano que somos, está roto, fragmentado, dividido. “Esta fragmentación del hombre en unidades aisladas es verdadera en la medida en que expresa una visión del hombre bajo el pecado, pero no es esa la condición prevista para el hombre. Contra eso estamos luchando ahora en la Iglesia”.

La filosofía dio pie para esta manera de entendernos, y la misma piedad nos concibió siempre como individuos aislados, cada uno con sus virtudes y sus vicios. El otro parecía ser siempre un peligro que nos acechaba. Pero esto no era auténticamente cristiano (no es suficiente vivir haciendo lo bueno y respetando ciertas leyes); la conciencia cristiana nos invita a ir más allá: nos identifica con el sí mismo que pertenece a Cristo, somos Su cuerpo. Es una conciencia colectiva. No sabemos realmente quiénes somos hasta no encontrarnos a nosotros mismos en Cristo y en relación con otras personas. Pero también acentuar en demasía el elemento colectivo pudiera ser peligroso.
“La conciencia cristiana no es ni colectiva ni individual. Es personal y, a la vez, una comunión de los santos”.

Así: “Cuando rezo, dejo de ser yo mismo hablando con Dios, o yo mismo objeto del amor de Dios. Cuando rezo, la Iglesia reza en mí. Mi oración es la oración de la Iglesia”. (Esto vale tanto para la oración litúrgica, como para la oración privada).

Y sigue afirmando:

“Para que mi oración sea válida y profunda, tendré que practicarla con la conciencia de que yo soy algo más que yo mismo cuando rezo. En otras palabras, yo no soy simplemente un individuo cuando rezo, y no soy simplemente un individuo con gracia cuando rezo. Cuando rezo, soy, en cierto sentido, todo el mundo. La mente que reza en mí es más que mi propia mente, y los pensamientos que se forman en mí son más que mis propios pensamientos, porque, cuando rezo, esta consciencia profunda es un lugar de encuentro entre Dios y yo y entre el amor común de todos y cada uno. Es la voluntad y el amor común de la Iglesia encontrándose con mi voluntad y la voluntad de Dios en mi consciencia y mi conciencia cuando rezo”.

Piensa que:
1- Cuando rezas, debes dejar atrás mucho de lo que tú eres, porque tú resultas un mundo excesivamente limitado.
2- Es en esa conciencia profunda donde puedo encontrarme también con los otros. No solo en lo exterior, también en lo profundo del corazón.

“En cierto sentido, mi unión con otras personas a través de eso que permanece totalmente secreto en mi corazón es más real que la unión que surge de mis relaciones externas con ellas. Ambas cosas van juntas y no pueden separarlas”.
(Como individuos no estamos vinculados, como personas sí; persona es aquello que nos trasciende, aquello que nos hace entrar en comunión con otros)

Por eso. “Toda oración es comunión, no sólo entre Cristo y yo, sino también entre todos los miembros de la Iglesia y yo mismo. Toda oración nos coloca dentro de la comunión de los santos”. (
La oración me une a los que rezan hoy y rezaron antes a lo largo de la historia. En la oración “es cuando soy en verdad yo mismo”).

2 comentarios:

mj dijo...

Estoy a punto de premarar equipaje. He entrado un momento para hacer mi casí última visita a los blogs...
Y aquí en tu espacio me encuentro con una de las entradas, con uno de los textos más hermosos de Thomas M. que he leido...
Creo que es el mejor regalo que me llevo para estos días de retiro y oración...
Gracias
Un abrazo

Anónimo dijo...

Me gusta eso de oración e identidad. Creo que sí, que si nos adentramos en ese diálogo con Dios nos descubrimos de verdad.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.