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viernes, 6 de febrero de 2009

Psicología de la religión: ¿Qué tienen que ver nuestros padres con nuestra fe? (3)


Raíces parentales de la experiencia religiosa: Buscando las fuentes psíquicas básicas desde las que la experiencia religiosa surge en el ser humano, habría que ir a las primeras experiencias humanas, a los orígenes del ser persona, y aquí las piezas claves son las figuras parentales, padre y madre, las que determinan la dinámica particular de cada uno y la estructuración simbólica de su deseo.

La madre es la responsable de unificar e integrar al sujeto que nace como un amasijo de emociones desordenadas y sin control racional; es la experiencia positiva de gratificación proporcionada por la figura materna la que hace posible la emergencia de un “self”, cohesivo e integrado, y fundamental para la futura salud psíquica de la persona. Se habla de un “sentimiento oceánico”, símbolo de un infinito vivido de forma inconsciente, que es fuente de la religión, mediante la apertura a la felicidad y al amor.

Pero, esto desemboca en la religión, si se trasmuta en profundidad a través del símbolo paternal, que es más bien dual. Aquí entraría el llamado “complejo edípico”; el padre aparece como elemento de conflicto en la relación madre-hijo, y aparecen sentimientos intensos, agresivos y amorosos, que son superados mediante la aceptación: hay una separación física y psíquica entre madre e hijo, que debe aceptarse para adquirir la propia identidad y autonomía personal.
La aceptación de la ley paterna hiere también los sentimientos de omnipotencia del niño. Eso hará posible el surgimiento de un auténtico yo, capaz de situarse frente a un tú; lo paterno es el símbolo de una ley que hay que afrontar: la de la limitación de la aspiración totalitaria y devastadora del deseo. Somos “separados”, y no obstante el deseo de unión y fusión plenas, esta no será nunca posible. Esta aceptación es clave en la maduración personal.
Así, la instancia paterna, representa en la estructuración del sujeto humano una ley que libera, que le proyecta hacia el futuro, y que promete una felicidad que hay que saber conquistar. Si la figura materna es la impulsora del deseo de Dios, es el símbolo paterno el que le confiere nombre, imagen y configuración.


Esto es un resumen de: “Experiencias religiosas y ciencias humanas”, de Miguel García Baró, Carlos Domínguez Morano, y Pedro Rodríguez Panizo. Madrid, PPC. 2001.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estas ideas me parecen válidas en el caso de que sea una familia en la que las figuras materna y paterna sean también válidas, es decir, sean ejemplo de amor,madurez, sinceridad y comunicación.
Pero estamos en un mundo en el que hay muchos tipos de convivencia bajo un mismo techo, y muchas veces la figura materna y paterna, dan lugar a todo lo contrario. Más claro, alejan o contradicen cualquier tipo de religiosidad o espiritualidad.
Lo fundamental es crecer en todos los sentidos en un ambiente familiar sano, transparente, sincero y vitalista. Y esto siempre por encima de que en esa familia haya un sola figura, dos del mismo sexo, o dos divorciados.
Nunca habrá un efecto psicológico positivo (ni religioso, ni ético o social)entre paredes vacias de amor y ternura.

Anónimo dijo...

Creo entender que lo básico es tener presente lo que influye en el futuro de un ser humano el vinculo con sus padres a una edad temprana, y no sólo, como sugiere SAN cuando ese vínculo es ideal, sino también cuando no lo es. De esos primeros años de vida siempre queda una huella, y a menudo nuestros comportamientos adultos, mejores o peores, tienen en la infancia sus raíces. Por supuesto que la psicología habla de figuras simbólicas, es decir, los que ocupen ese papel, y habrá que aplicarlo a los diversos modelos de familias actuales. Son afirmaciones generales además, que nos permiten indagar en nuestra historia personal y así sanar poco a poco aspectos del inconsciente.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.