Seguidores

lunes, 23 de febrero de 2009

Libros sobre espiritualidad en la Tercera Edad.


Durante todos los años en que he venido ejerciendo el ministerio presbiteral en la Iglesia Católica he prestado una atención especial a las personas de la Tercera Edad, y en ese término incluyo un amplio conjunto de hombres y mujeres, que más cercanos o lejanos a la edad de la jubilación y con una gran experiencia vital a sus espaldas, estaban motivados por vivir una renovada experiencia espiritual. Muchas personas que, llevando años de practica eclesial, no recibieron nunca una seria y adecuada formación, para que pudieran tener una comprensión más honda y madura de lo que supone el seguimiento de Cristo.

Por lo anterior he querido aprovechar también mi estancia en Madrid para formar una pequeña biblioteca que sirva de ayuda en esta labor, para mí y para esas personas que viven ahora una búsqueda espiritual en la última etapa de la vida. He encontrado algunos títulos, amenos y prácticos, que pueden ayudar en este sentido, y se los comparto por si desean acercarse a ese mundo, por demás, muy fiel y agradecido.

1- "Testigos de la vida". Un libro para los mayores y para los que un día lo serán.
Autor: Carlos González Vallés, sj. SAL TERRAE, 2005.
2- "El arte de envejecer". La ancianidad como tarea espiritual.
Autor: Piet van Breemen, sj. SAL TERRAE, 2004.
3- "Las puertas de la tarde". Envejecer con esplendor.
Autor: Dolores Aleixandre. SAL TERRAE, 2007.

Estos libros pueden recomendarlos con entera confianza a personas interesadas. No quiere esto decir que las personas mayores de 60 años no puedan disfrutar de otro tipo de literatura espiritual, pero sí que podrán aprovechar mejor una experiencia concreta de la mano de estos maestros.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Llegas a todo, Manuel!!. Aunque me queden un par de décadas para llegar a los sesenta, siempre es bueno tener "alimentos en la despensa"; además, que como dice la canción, "veinte años no son nada...".
La editorial es Sal Terrae. Se te ha colado una "n".

Manuel dijo...

Jaja, gracias, la culpa es tuya, tengo el SAN ya fijado en el inconsciente.

Anónimo dijo...

Es bueno dar la oportunidad a los mayores, de más de 60 años, de formarse en una espiritualidad más profunda. Gracias

Anónimo dijo...

Es bueno que nos preocupemos por estas personas, antes o después todos llegaremos, y aunque no llegásemos, nosotros somos gracias a ellos.

Victoria Lopez Lazzari dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Victoria Lopez Lazzari dijo...

me encantaria poder leer algunos extractos de estos libros para ver por donde van....
suenan muy lindos para trabajar con personas grandes!!
GRACIAS....

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.