Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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jueves, 23 de abril de 2009
El estilo de Henri Nouwen.
Ser parte de todo...
-Thomas Merton-
Santidad es descubrir quién soy...
“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).
LA DANZA GENERAL.
Thomas Merton.
ORACIÓN DE CONFIANZA...
“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros
Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
2 comentarios:
Veo a Nouwen como un hombre encendido hasta los huesos de amor, buscador incansable de un Dios cuyo gesto más divino es su humanidad. Un sanador herido que, apretando fuerte las vendas de sus propias heridas, da fuerza y cura. Ejemplo viviente de Jesús.
Viajero físico y espiritual. Un hombre que al final encontró su casa en el servicio. Amando y sintiéndose amado. Dejó las aulas y los salones universitarios para formar parte de otra familia, en la que encontró el tesoro de otra sabiduría y la riqueza de la ternura. Halló, hechas carne, las palabras de amor de Dios.
“La vida es un bien precioso. No porque sea inmutable, como un diamante, sino porque es vulnerable, como una avecilla. Existe una gran diferencia entre tener éxito y ser fructífero. El éxito es producto de la fuerza, del control y de la respetabilidad. El éxito proporciona muchas recompensas y frecuentemente la fama. Los frutos, sin embargo, nacen de la debilidad y la vulnerabilidad. Y los frutos son únicos. La verdadera alegría nace de dar fruto, no del éxito”. (Henry Nouwen, Pan para el Viaje).
Qué bueno sería si los sacerdotes leyeran a Nouwen y redescubrieran muchos de ellos esa dimensión de su ministerio. A menudo falta ese toque de compasión o de confianza en el otro, falta el respeto por la persona humana y su autonomía. Claro que el ministro es también frágil y vulnerable, y esa es la parte positiva de los escandalos más recientes respecto al celibato. Quisieron hacernos creer que el ministerio te hace superior, mejor, de otra clase, cuando la realidad es otra.
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